Es frecuente oír afirmaciones y leer comentarios en el sentido de que el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, por su ignorancia, toma decisiones apresuradas y carentes de lógica. Nada más ajeno a la realidad.
La llamada Revolución Bolivariana es un sistema de gobierno dirigido por una camarilla que define sus estrategias de manera colegiada, y hace que sus dirigentes tomen las decisiones previa consulta. Esto ocurre desde cuando el Comandante Hugo Chávez fue restituido en la Presidencia de la República después del golpe de estado del 11 de abril de 2012. El propio Fidel Castro fue su directo consejero.
No se puede olvidar que Cuba presta a Venezuela un servicio permanente de asesoría en todo lo relacionado con la consolidación de la “revolución”, y ayuda en forma eficaz a orientar la política internacional. En otras palabras, también el gobierno cubano participa de las decisiones presidenciales venezolanas.
Cuando se iniciaban los diálogos con la guerrilla de las Farc para buscar un acuerdo con el gobierno del Presidente Santos, algunos creímos, tal vez ingenuamente, que era un error vincular al entonces Presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, porque ya se había tenido la experiencia desafortunada de sus rabietas en el anterior gobierno.
En mi columna del Diario La Opinión de aquellos días escribí: “Si se trata de no cometer los errores del pasado, encuentro que uno es involucrar nuevamente al presidente Hugo Chávez, porque él enfrenta un crucial debate electoral y todo lo que le sirva para mejorar su imagen lo va a usar sin reato alguno. Por lo demás, Chávez es impredecible porque sus intereses políticos están por encima de cualquier otra consideración, y cambia de parecer cuando le conviene.”
La actitud desafiante del Presidente Maduro ante las decisiones tomadas por el gobierno colombiano rechazando la violencia contra los manifestantes opositores del país hermano, van conducidas a mostrar a su pueblo que él defiende el país de una supuesta agresión imperial para tumbarlo. Recordemos que en Venezuela no existe prensa libre y que el único conducto por el cual se difunden noticias es el de los medios de comunicación controlados por el Estado.
Se puede asegurar que muchos venezolanos le creen a Maduro porque no tienen como confrontar sus actuaciones. Pero, además, al mostrar los dientes y tratar de chantajear con revelar secretos, probablemente busca que el gobierno Santos se retracte de sus afirmaciones.
Sin embargo, tenemos que adentrarnos en la realidad venezolana para entender que su gobierno no tiene la mínima intención de cambiar de rumbo, y si vuelve a hablar de diálogo con la oposición, no es más que una estrategia para apaciguar los ánimos y darse el tiempo para que se agoten las fuerzas de los manifestantes.
Maduro no está solo. Él cuenta con los revolucionarios que operan desde todas las ramas del poder público; con el gobierno Cubano que lo asesora y, como lo demostró Timochenko, con el apoyo de las Farc. Es decir, se siente casi condueño del proceso de paz de Colombia.