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La secreta intención de un acertijo
Aunque la periodista no dice quién la violó, describe varias características del hombre que la abordó en un hotel.
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Sábado, 3 de Febrero de 2018

Numerosas personas buscan alivio a sus íntimas preocupaciones acudiendo al sicólogo, al confesor, a un grupo terapéutico, o a un amigo, y son muchos las veces que logran superarlas.

Sin embargo, llevar a una columna periodística el secreto de una violación, como lo hizo Claudia Morales, es para hacer una denuncia que en este caso no es muy clara. Ella escribe: “Desde que empezó la campaña #MeToo revivió la necesidad de escribir sobre esto, pero sentía temor. Un miedo distinto al que tuve cuando “Él” me violó y que se transformó luego de ver los testimonios de mujeres que de forma valiente han empezado a hablar con dignidad (bueno sería oír también a los hombres abusados). Sin embargo, lo que más me motivó a escribir fue el caso de Marcela González, pareja de un remedo de periodista nazi, agredida por él según su denuncia, el pasado 27 de diciembre”.

Aunque la periodista no dice quién la violó, describe varias características del hombre que la abordó en un hotel, con detalles de cómo procedió él. Esto merece algunas consideraciones: No revelar el nombre del culpable produce el efecto perverso de poner bajo sospecha a las personas que pudieran tener los rasgos que registra, no sólo porque se afecta el buen nombre de ellas sino, principalmente, porque un inculpado debe tener la oportunidad de defenderse.

Una violación es el resultado del constreñimiento de la voluntad de la víctima bien sea por la fuerza, la amenaza y, aun, el temor reverencial, pero cada una de esas conductas debe probarse, y el acusado tiene derecho a demostrar que no es su caso. Cobijar con un manto de duda la denuncia es una manera de acusar sin tener la obligación de probar lo dicho.

Ahora bien, publicar esa columna después de 15 años de lo sucedido y, precisamente, en una de las campañas electorales más reñidas de los últimos tiempos, también permite pensar que se escogió el momento con sutileza para producir un efecto en la opinión. Eso no lo podía ignorar una periodista de la talla de Claudia Morales.

Dada la mención que algunos hacen de Álvaro Uribe como posible culpable cuando la periodista trabajaba durante su Presidencia, por simple hipótesis no me imagino al Jefe de Estado evadiendo, esa tarde, su aparato de seguridad en puntillas por los pasillos de un hotel, y entrar sigilosamente en la habitación de la periodista para violarla de sopetón. Eso me parece muy poco probable.

Con buen criterio, la Fiscalía General ha resuelto abrir una formal investigación para que se hagan las averiguaciones judiciales del caso y las imputaciones a que hubiere lugar. Y no me parece ético que la periodista siguiera, allá, “defendiendo un silencio” con el que se impide conocer la verdad, empañando el nombre de varias personas. 

El inocente acertijo ha generado todo tipo de suposiciones y, como era previsible, se ha aprovechado en el fragor de la campaña electoral como un arma política desde diferentes frentes. 

ramirezperez2000@yahoo.com.mx

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