Todos los días nos encontramos con casos dramáticos en el deterioro de la salud de las personas, debido a que no estamos contribuyendo de manera eficiente a generar parámetros culturales y hábitos de alimentación que contribuyan a un escenario saludable para cualquier individuo.
La Organización Mundial de la Salud ha hecho angustiosos llamados a la población del mundo, para que se generen conductas que tiendan a construir conciencia sobre la manera de tomar decisiones a la hora de ingerir alimentos, y ha encontrado que los malos hábitos reinantes obedecen a que no existe un compromiso, ni en las cabezas de las familias, ni en los establecimientos de formación de los jóvenes, lo que hace que las personas lleguen a edad adulta con toda clase de trastornos derivados de una pésima alimentación.
Ahora que la Universidad del Valle ha estudiado el caso colombiano, ha encontrado evidencias dramáticas que señalan que en nuestro medio, nueve de cada diez escolares no consumen frutas ni verduras, y que el 74%, es decir, tres de cada cuatro, consumen una o mas bebidas azucaradas al día. Además casi la mitad consume fritos diariamente y el 83% ingiere alimentos ultraprocesados en paquetes.
Esto está formando organismos contaminados, sobresaturados de sustancias nocivas y expuestos a la grasa perturbadora y dañina.
Sabemos que existe una enorme presión de las multinacionales que producen los alimentos contraindicados para la salud, pero la verdad es que al interior de los hogares no se hace nada, y lo que se está creando es una cultura equivocada que lleva a las personas a afinar el gusto por lo que definitivamente no deben consumir.
El deterioro del organismo está condensado en un proceso lento y a veces imperceptible, que termina evidenciándose cuando ya aparecen enfermedades crónicas o en afectaciones orgánicas irreversibles, que hacia el futuro le van a costar al sistema de salud enormes sumas de dinero, en donde es fácil apreciar que el infinito espectro de patologías, resulta imposible de atender debido a sus elevados costos.
Además el deterioro de la calidad de vida de las personas se hace evidente, debido a las incapacidades que genera y a la alteración de los estados de ánimo para asumir sus roles en la vida.
Las campañas por una alimentación adecuada tienen que ser un compromiso de todo gobierno, de toda sociedad y de todos los padres de familia.