Estoy dirigiéndome al Ministerio de Cultura para que envíe a Venezuela, antes de que rompamos relaciones, un profesor de danzas, con el fin de que le enseñe al presidente Maduro a bailar la cumbia.
Lo digo porque el espectáculo que dio la semana pasada bailando en público nuestra Pollera Colorá fue algo grotesco.
No es posible que Maduro nos haga quedar tan mal a los cucuteños. Qué dirán nuestras amistades en el mundo entero. Que los cucuteños no tenemos gracia ni para bailar una cumbia.
Y la verdad es que aquí sí la bailamos y bien sabroso. Desde cuando Juan Bautista Madera se ideó tan buena y pegajosa música y Wilson Choperena le metió la letra, por allá en la década del sesenta, no hay colombiano que no se entusiasme cuando escucha la guacharaca y los timbales y el acordeón jalándole a esa canción que se volvió popular.
De modo que no hay derecho. Y si los organismos internacionales no sancionan a Maduro porque convirtió un puente internacional en una vulgar cerca de alambre de púas, deberían sancionarlo por atreverse a bailar sin saber bailar.
A ese tipo hay que quitarle la cédula colombiana, y no por la repatriación inhumana que hizo de sus paisanos, por aquello de que la cuña que más aprieta es la del mismo palo, no por eso, sino porque colombiano que se respete, aquí y en Miraflores y en cualquier parte del mundo, tiene la obligación de saber bailar la cumbia, y más en tratándose de nuestra emblemática Pollera Colorá.
Pesado de caderas, fofudo de nalgas, ancho de barriga y trabado de pies, no sabe para dónde va ni hacia qué lado girar y hace lo que se le ocurre hacer, sin saber si será bueno o será malo. Un personaje de peso como lo es Maduro (más de 150 kilos) debía abstenerse de salir al ruedo en semejantes casos. Y en todos los casos.
El hombre metió la pata al bailar, lo mismo que lo hace al gobernar y al hablar y al tomar determinaciones que van en contra de su pueblo y de nuestro pueblo.
Junto con el profesor de danzas que le enviemos, también se le debería sumar un delegado del Instituto Caro y Cuervo para que le enseñe a hablar.
Porque en eso también sobresale: cada vez que habla, la embarra. Para decirlo, en el lenguaje campesino: Le pasa lo de los patos: Si no la ensucian a la entrada, la ensucian a la salida. (Los campesinos usan otra palabra).
Por eso, porque nos duele lo que les ha hecho a nuestros colombianos que allá vivían, y porque nos duele la Pollera Colorá, es por lo que saldremos a marchar el próximo domingo, en la caminata que ha organizado la Academia de Historia, y a la que se le han sumado las universidades, la Cámara de Comercio, la Alcaldía, Fenalco, los transportadores, los comunicadores, los diversos gremios y la ciudadanía en general.
La marcha, de camisetas blancas, busca exigir dignidad en el trato a los colombianos en cualquier parte del mundo donde los haya, y para exigir que el que quiera bailar nuestra Pollera primero aprenda a bailar.
No más atropellos contra nuestra gente ni contra nuestros ritmos. No más cercas que nos dividan y nos chucen. No más ofensas a Bolívar que debe estar retorciéndose en la tumba al ver semejantes espectáculos. Él sí que bailaba y bailaba muy bien. Él sí quería la integración de los pueblos.