
El Partido Liberal colombiano surgió como fuerza política comprometida con las ideas democráticas. Una ideología articulada a la defensa de las libertades y los derechos sociales. Promovió la abolición de la esclavitud, la equidad en la propiedad de la tierra contra en feudalismo que ya tenía predominio, las garantías de protección para los trabajadores y las condiciones de igualdad en el conjunto de la sociedad. Consideró prioritaria la educación y apoyó la apertura de instituciones de enseñanza como pilares del conocimiento en el interés de generarle mayores posibilidades de superación a quienes acceden a las fuentes del saber.
Las ideas liberales fueron un aporte importante en los desarrollos de la nación. Y se contó con dirigentes que las defendieron contra los sectores regresivos, aferrados a un dogmatismo que no cede en su postura de preservar el statu quo. Francisco de Paula Santander aportó alguna semilla. Después fueron sobresalientes protagonistas como José Hilario López, Rafael Uribe Uribe, Alfonso López Pumarejo, Jorge Eliécer Gaitán. Ellos asumieron liderazgos de cambio a profundidad, a pesar de la férrea resistencia del partido Conservador. Los avances alcanzados en el país se deben en buena parte a los actos de gobierno y las luchas que ellos asumieron.
Pero la llama que le dio energías históricas al partido Liberal se ha reducido casi que a su extinción. Ya no es la colectividad del pueblo ni responde a los retos de los nuevos tiempos. Bajo la conducción cerrada del expresidente César Gaviria Trujillo ha perdido su identidad democrática y progresista. Se alinea con las corrientes que defienden intereses excluyentes. La mayoría de su bancada en el Congreso figura en el bloque de la resistencia a las soluciones que buscan mejorar las condiciones de vida de los colombianos. Se quedó atrás, en el mismo rol de la derecha que se nutre de lo negativo.
Cuando César Gaviria llegó a la Presidencia de Colombia se pensó en que se le abría a Colombia un rumbo de fortalecimiento democrático. Era una figura que inspiraba esperanza. Pero no fue así. Muy pronto metió al país en la senda del neoliberalismo y se alineó con los dueños de la riqueza. Y fue surtiendo su ropaje político con indumentarias deleznables. Una metamorfosis que lo alejó de los principios que nutrieron al liberalismo, pero de lo cual queda muy poco. La colectividad de la que se adueñó perdió el dinamismo que le infundían las ideas renovadoras, las cuales yacen abandonadas porque soplan los vientos que elevan los privilegios intocables.
Todo ese entramado hace parte de la crisis en que se encuentran las colectividades que se disputan el reparto de la nación.
La extinción de los partidos afecta la democracia y por consiguiente a la nación. Se requiere que las nuevas toldas que manejan diferentes vertientes de opinión asuman un liderazgo con propuestas que interpreten la nueva realidad nacional. Es necesario superar los vacíos que afectan la política a fin de trazar un rumbo que lleve a las soluciones que impone la agudización de la crisis actual.
Puntada
Las acciones de guerra que libra Israel en Gaza (Palestina) es otro holocausto de extremada barbarie. El primer ministro del Estado judío Benjamín Netanyahu parece ser la reencarnación de Hitler. Su pasión criminal no tiene límites.
ciceronfloezm@gmail.com
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