Ya resulta francamente tedioso referirse a la descomposición de la rama jurisdiccional colombiana, pero es inevitable volver una y otra vez sobre ese asunto porque los esfuerzos que se hagan para mejorar la vida de los ciudadanos pueden fracasar sin una conducta recta de quienes imparten justicia.
Los griegos quisieron representar en una dama mitológica, TEMIS, la encarnación del orden divino, las leyes y las costumbres. Ella presidía la correcta relación en de la familia como sustento de la comunidad; tal era la base del orden en el Olimpo. Los jueces, a menudo, eran llamados sirvientes de Temis’
Desde el siglo XV, la Dama de la Justicia se representa comúnmente con los ojos vendados, portando en una mano la espada que castiga y en la otra la balanza que significa el equilibrio que deben tener sus dictámenes. La venda en los ojos indica la objetividad con que la justicia debe ser impartida, sin temores, sin favoritismos, e independientemente de la identidad, la riqueza, el poder o la debilidad del acusado.
Si quisiéramos hacer una representación de la justicia colombiana, seguramente no tendría ni venda, ni balanza, y la espada estaría probablemente manchada de sangre inocente. Es que los casos de venalidad, arbitrariedad y prevaricato se multiplican a diario.
Sólo para poner algunos ejemplos, en primer lugar traigo a cuento el caso de 14 policiales activos que, después de una paciente labor de inteligencia, fueron capturados por hacer parte de una banda de narcotraficantes en Bogotá, extrañamente comandados por el de menor rango.
Pues éste había sido expulsado de la policía por la comisión de delitos y encarcelado durante 8 meses, pero dentro del llamado carrusel de los reintegros, un juez venal ordenó su reintegro, obviamente con cuantiosa indemnización. El resultado fue la corrupción de sus compañeros y un daño inmenso a la sociedad.
También se publica profusamente el detrimento patrimonial ocasionado en la ampliación de la refinería de Cartagena, donde parece que se esfumaron 4 mil millones de dólares a la vista de todo mundo, y ni una investigación judicial había sido abierta en los 6 años durante los cuales vienen ocurriendo los hechos.
El juicio al ex alcalde Samuel Moreno, que fue detenido hace más de cuatro años por evidente corrupción cuando se perdieron billones de pesos de los bogotanos, no avanza.
En este caso la justicia también parece haberse quitado la venda. Igual cosa ocurre en la investigación de los altos dignatarios de Saludcoop que se cree que defraudaron a la entidad por sumas también astronómicas.
Por el contrario, en otros juicios que parecen tomados con pinzas de precisión y de los cuales no quisiera ocuparme puntualmente ahora, la justicia es rápida, implacable y severa.
Es muy difícil creer que con esta justicia se va a aclimatar de manera permanente la paz en Colombia. Pero todos, a pesar de las enormes dudas que siembran los negociadores de las Farc, anhelamos que concluya pronto ese proceso para tranquilidad nacional, y soñamos con que los jueces contribuyan con rectitud a su éxito.
*ramirezperez2000@yahoo.com.mx