La salida del ex alcalde de Caracas del territorio venezolano por la frontera con Colombia deja un sabor agridulce y una honda preocupación. Más que el recuento anecdótico de su huída, lo importante de registrar es la tragedia que vive el país hermano y la impotencia de la comunidad internacional para ayudarlo.
Hoy se reprocha a la oposición venezolana por haber bajado el ímpetu de las protestas y acusar divisiones en su interior como si eso explicara la permanencia de Maduro en la Presidencia. Pero se soslaya el hecho de que ese régimen militarizado, opresor y sin escrúpulos está recibiendo el apoyo de gobiernos como los de Cuba y sus satélites, Rusia y China, y el de las Farc, ejerciendo una brutal represión difícil de contrarrestar.
Es sabido que la estrategia de endurecer la coacción es diseñada por los cubanos que asesoran al gobierno bolivariano, y que logró su objetivo de debilitar la valentía del bravo pueblo acosado por el hambre, la falta de salud, la inseguridad y las balas oficiales.
Ya no se recuerda cómo se masacró a los manifestantes, cómo se encarceló a miles de ellos, cómo se destruyeron las viviendas de los opositores, cómo se atropelló a los periodistas. Pocas veces hemos visto en América Latina unos ciudadanos tan corajudos enfrentándose a las armas de los esbirros de un cínico dictador tan.
También se olvida la valentía de los miembros de la Asamblea Nacional que aún sesionan a pesar de todas la violencia que los rodea, y de las argucias jurídicas con que han desvirtuado la función de ese Congreso elegido legítimamente.
La Constituyente ideada por el gobierno que controla todos los órganos del poder es un esperpento jurídico fundado en la fuerza gubernamental. Ese invento no surgió de la mente calenturienta de un gobernante ignorante sino de sus asesores más conspicuos. Basta con mirar los cónclaves de los regímenes comunistas para saber de dónde vino la idea.
La huída de Antonio Ledezma confirma que en Venezuela no hay justicia independiente, ni prensa libre, ni respeto a la democracia. Su propósito de denunciar internacionalmente los atropellos del régimen bolivariano será un gran esfuerzo personal que difícilmente hará cambiar las cosas mientras subsistan los apoyos mencionados, y el silencio asustadizo de los gobiernos que sólo expresan fórmulas diplomáticas de amonestación para no molestar a quien les ha dispensado favores.
PÉSAME. Registro con tristeza la muerte de Gladys Henao de Vega Pérez, una excepcional mujer que deja un recuerdo imborrable. De origen antioqueño, se compenetró plenamente con la idiosincrasia cucuteña y fue el centro de una familia trabajadora y de buenas costumbres, cualidades cada día más escasas. Tuve la fortuna de compartir con ella y con Guillermo, su esposo, muchos momentos gratos que guardo en mi mente con afecto. Tengo por sus hijos Bernardo y Liliana un cariño especial porque los vi crecer al lado de sus padres en ese ambiente familiar que añoramos cuando vemos partir a los seres queridos. Para todos sus familiares mi sentida condolencia.