El proceso de pacificación de Colombia, que incluye la implementación paulatina del acuerdo con las Farc y el bloqueo o neutralización de factores de violencia como el Eln los grupos pos-Farc y el “clan del golfo”, no avanza satisfactoriamente. Y esto es así, entre otras razones, porque ese proceso no parece hacer parte de las prioridades del presidente de la República.
Pero dicha pacificación sí está en la lista de prioridades de la ONU. De aquí el reciente llamado de atención que hizo Michel Forst, relator especial, al declarar que “ha sido la situación más dramática de cuantas ha visto”, mencionando los “226 asesinatos en 112 municipios del país en estos dos años de paz”. Aún más, al preguntarle si le preocupó algún territorio en especial, respondió: “Aquellos desocupados por las Farc, donde el Estado no ha podido llegar ni invertir masivamente, y los traficantes, los paramilitares, los disidentes de las Farc y el crimen organizado sí han llegado… Fue sorprendente oír en algunos casos que la salida de las Farc de los territorios ha repercutido en la seguridad de estos defensores, porque se sentían más seguros antes, hoy les ha tocado salir de sus lugares sin tener a dónde ir” (Colombia 2020 El Espectador). En fin, observó la pacificación del país atascada.
Una decisión clave para desatascarla sería crear una Guardia Rural con dedicación exclusiva y permanente a los municipios rurales más azotados por la violencia. Cabe anotar que en su momento esta propuesta fue adoptada oficialmente por la Fundación Ideas para la Paz (FIP). También al respecto escribió recientemente Jaime Castro en El Tiempo bajo el título “Paz territorial y milicia nacional”:
Es que una Guardia Rural sería una especie de policía con estatuto militar con características doctrinales y operacionales versátiles y específicas, que la harían el tipo de Fuerza Pública más adecuada frente a los principales retos a la seguridad rural vigentes y previsibles. Retos que no serán adecuadamente enfrentados ni por la Policía por defecto, ni por el Ejército por exceso. Y esto porque dichas amenazas contra la pacificación no son ni ejércitos ni guerrillas, pero poseen armamento letal y estructura.
Es más, al crear una Guardia Rural dedicada permanentemente a municipios como aquellos 170 donde se acordó realizar planes de desarrollo con enfoque territorial, se facilitaría concentrar la Policía en las ciudades y municipios más poblados dedicándola principalmente a la seguridad ciudadana. También se facilitaría reorganizar y reentrenar el Ejército como fuerza exclusivamente militar incrementando su capacidad de combate letal para realizar operaciones específicas en pro de salvaguardar la soberanía nacional frente a amenazas externas o internas.
Ahora bien, ¿cómo crear la Guardia sin erogaciones presupuestales considerables? Mediante el desdoblamiento en personal y logística de cuadros del Ejército y la Policía, realizando una cuidadosa selección y reeducación. Para la base inicial (tropa), además del desdoblamiento proporcional, se puede pensar en que varios de los soldados profesionales que después de 20 años de servicio tienen derecho a pensión (edades entre 40 y 45 años), continúen en servicio en la Guardia durante al menos 10 años junto con algunos exguerrilleros como parte de su proceso de reintegración social.
@CarlosAlfonsoVR