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Geopolítica en tiempos de pandemia
El papel de los paises en relación al poder politico y su historia. 
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Viernes, 5 de Junio de 2020

En estos días de encierro, intercambiaba opiniones con mi hijo sobre cómo será “la nueva normalidad”, y eso me llevo a pensar en geopolítica. Cuando las decisiones políticas tienen en cuenta la geografía y la historia, se llama geopolítica. Cuando no, se llama feopolítica aldeana.

Estamos viendo el derrumbe de varios entes surgidos de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, el principal Naciones Unidas, con su fracaso de los cascos azules en Darfur, que se suma a los muchos que ha tenido tratando de solucionar conflictos en el mundo, y las sospechas graves de sesgo de la Organización Mundial de la Salud, en “manejar” información sobre la pandemia de la COVID-19, a favor de China. Esto muestra una nueva realidad subyacente y que se profundizará en el período post-pandemia.

Donald Trump aplazó la reunión del G7, compuesto mayormente de países europeos, que él llamó “viejos” países, para invitar a India, Rusia, Corea del Sur y Australia, justificando esa invitación en una “nueva realidad” mundial. Y el gran ausente, China, es quien hoy aparece como la gran contraparte. Nueva visión geopolítica.

Un poco de geografía ayuda. Rusia es una gigantesca planicie, y en sus extremos no existen barreras naturales contra enemigos. Esa deficiencia de defensa geográfica, siempre se ha suplido con una tendencia imperial, que busca tener estados satélites de protección en sus fronteras. El problema hoy, es que tiene un gran ejército con una economía débil; es un gigante con pies de barro. Estados Unidos se vuelve a definir como una isla continental, con brazos en los mundos atlántico y pacífico. Eso explica el histórico aislacionismo gringo. Es la mayor potencia militar y económica hoy, que terminó con la política de intervención militar en todo el mundo que venía de décadas atrás, dejándola solo para verdaderos “riesgos” de seguridad nacional. De ahí la importancia que ganó Venezuela y que perdió Irak. Prefiere intervención mundial por poder económico. Europa Occidental se ubica en tierras con muy buenas fuentes de agua y aptas para la agricultura, que lo llevaron al gran poder que tuvo en los siglos XVI al XIX. Una crisis económica larga y problemas en la Unión Europea, por su asimetría, la han hecho perder poder económico relativo, y por tanto político, más aún cuando Trump dejó de pagar por su seguridad. Es un poder disminuido. China, a diferencia de Rusia está protegida al occidente y al norte por su geografía. Ese relativo aislamiento les permitió desarrollar una gran civilización interna, que solo después del renacimiento se “enfrentó” con Europa. Y esa es la característica china, ellos no quieren un imperio, quieren que se le respete su posición mundial como un jugador importante, pero parece que las contradicciones de economía de mercado y gobierno comunista, lo tienen en estrés. Y su poderío ha despertado poderes alternos en el Pacífico; Japón se rearmó, Corea del Sur es ahora jugador importante, Australia empezó a subir la voz e India también quiere posición. El Pacífico es hoy más que nunca, el centro de la política mundial, y China vive su momento más delicado.

Latinoamérica seguirá siendo jugador mundial menor. El populismo y los autócratas siguen hundiendo esta región en un modelo de estado económicamente extractivo y políticamente semicolectivista, que parece que hoy vuelve a ser importante para los Estados Unidos. Tal vez reste, pero no suma.

Como se mueva China ante tantas presiones por lo de la pandemia, a lo que se suma el problema de “control” que por las malas quiere ejercer sobre Hong Kong y sus diferencias con Taiwán, es el gran interrogante. Cómo estas placas tectónicas geopolíticas colisionaran en la post-pandemia es la pregunta del billón y dependerá de sus líderes, pues la geografía ya está contabilizada. A 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, podemos decir que la visión atlántica del mundo, y sus instituciones de posguerra, son otra víctima de la COVID-19.

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