Entramos en el inicio de la campaña electoral para gobiernos y cuerpos de representación, regionales y locales. Ya entro en vigencia la norma que limita la contratación pública -ley de garantías electorales- y el 27 de julio es el límite para la inscripción de los candidatos a las distintas corporaciones. El próximo 27 de octubre elegiremos gobernadores y diputados a las Asambleas y Alcaldes y concejales municipales.
Algunos ciudadanos, molestos con el resultado de ciertos gobernantes o representantes, creen que el tema se resuelve no participando, desentendiéndose; a ellos les debemos decir que están equivocados, qué hay que participar y hacerlo bien. Es decir, escoger sus candidatos con base en el conocimiento previo, mirando lo que proponen, sus programas y buscando que aquellos que tengan antecedentes o sospecha de prácticas indeseables no sean los que ganen nuestro voto.
Ya comenzaron los procesos de conformar alianzas y/coaliciones en los Departamentos y Municipios, con énfasis, quizá, en las capitales. A nivel nacional podrían verse estas elecciones, como una medición de fuerzas entre los amigos del gobierno y los opositores, y no hay duda que muchas fuerzas políticas, especialmente el Centro Democrático y la Colombia Humana parecieran estar actuando en esa dirección; pero ese comportamiento nacional no se expresa de la misma manera en lo regional y lo local. Las lógicas de los acuerdos regionales y locales son muy diversas y ojalá veamos alianzas bastante impensables. Hay regiones donde existen poderes políticos y económicos tradicionales que buscarán consolidarse y ampliarse, al margen de los partidos políticos -es lo que sucede en la Costa Atlántica con el llamado Grupo Char, que influencia políticos de diversos partidos-; en otros casos se trata de mantener determinadas orientaciones en las administraciones regionales y locales o modificarlas, como sería el caso en el Valle del Cauca, Nariño o Bucaramanga, por ejemplo. Para alcaldía de Medellín y gobernación de Antioquia, con el lanzamiento del exgobernador Aníbal Gaviria, parece completarse el cuadro; ahora vendrán acuerdos, alianzas, declinaciones.
Pero sin duda la ‘joya de la corona’ es la elección del alcalde de Bogotá, por lo simbólico del cargo y la importancia que tiene. Ya han empezado los acercamientos y convergencias alrededor de los candidatos que en el papel parecieran los más fuertes. De un lado, la candidatura de Claudia López de la Alianza Verde, que marca un primer lugar en los sondeos de opinión, alrededor de esta candidatura parece estarse agrupando otros candidatos de centro-izquierda. Por otra parte, hay otra candidatura fuerte, en las encuestas, la de Carlos Fernando Galán, que en teoría podría atraer progresivamente el apoyo de las fuerzas de centro y centro-derecha, como Cambio Radical, los Partidos Liberal y Conservador y no habría que descartar el propio Centro Democrático, estos partidos están hoy día apoyando otros candidatos, pero ninguno parece tener posibilidades reales de despegar, por ello es previsible una polarización, del estilo izquierda-derecha, entre esas dos candidaturas. En ese contexto podría llegar a tener opción una candidatura como la de Lucho Garzón, que aparece como una propuesta no polarizante, con experiencia en la gestión de la ciudad, con un registro respetable en las encuestas y eventualmente como una alternativa para un electorado que puede estar fatigado de las polarizaciones entre Peñalosa y Petro.
Ya veremos cómo se va clarificando el panorama electoral, pero lo fundamental es que temas como paz, seguridad, movilidad y calidad de vida, seguramente serán centrales, en distintas prioridades, en los debates electorales regionales y locales.