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Elogio de los criollos
Todos los días se cuadra con su carreta un vendedor de aguacates, venezolano el man, que anuncia su producto a  voz en cuello: “Criollitos, sabrositos, cremositos”. 
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Miércoles, 14 de Agosto de 2019

En la esquina, cerca de mi casa, todos los días se cuadra con su carreta un vendedor de aguacates, venezolano el man, que anuncia su producto a  voz en cuello: “Criollitos, sabrositos, cremositos”. Siempre usa el diminutivo, con la seguridad de que a los compradores les gusta más llevarse un aguacate sabrosito que uno sabroso, de la misma manera que una muchacha se siente más halagada si uno le habla de sus ojitos lindos, en vez de sus ojos.     

A fuerza de vernos todos los días, y de comprarle el aguacatico del almuerzo y de pedirle rebajita, nos hemos hecho amigos. Ya le conozco sus alegrías y sus pesares, sus tristezas y proyectos, y sus planes para cuando caiga Maduro y pueda regresar a su tierrita.

Desde que, ya estando en Cúcuta, la mujer lo dejó por irse con un peruano, que la engatusó con el cuento de que le conseguiría un buen trabajo en la tierra de los Incas, al hombre le ha tocado rebuscarse como sea, para conseguir lo del sustento suyo y el de su hijita de dos años, que le dejó la infiel. Por las mañanas vende aguacates (criollitos, por supuesto); en las tardes limpia vidrios de los carros en los semáforos; y en las noches vende cigarrillos y chicles y mentas, a la salida de bares, cantinas y metederos. La niña se la cuida una comadre que vive en Antonia Santos, que le dio posada y le da el plato de comida cuando la cosa se le pone peluda al hombre. “Es que la gente de Antonia Santos es muy buena -me dice el hombre-. Una señora que vende empanadas muy ricas, me regala a veces dos o tres empanadas que le sobran. Lo malo es que casi nunca le sobran porque dizque las hace una hija suya, que tiene muy buena sazón”.  

Me cuenta el venezolano que los aguacates que más vende son los criollitos, que traen de Tibú, de Sardinata, de Las Mercedes, de Arboledas, de Labateca, en fin, de nuestra región. Y eso me emociona por aquello que alguien dijo: “Primero lo nuestro”.

Sin embargo, le preocupa que ahora, con motivo de la campaña electoral, sus ventas han mermado, debido a que en la otra esquina se estaciona una camioneta con parlantes haciéndole campaña a determinado candidato, y los gritos del aguacatero son opacados por el perifoneo del político.

Pero el vendedor tiene una solución: Le va a proponer al perifoneador que le haga campaña también a sus aguacates y que él le brinda el aguacate del día. La cuña diría más o menos así: “Lleve ya su aguacatico criollito para el almuerzo de hoy, y el día de las elecciones no olvide votar por fulanito, su candidato criollito”. No sé si le aceptarán su propuesta.

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