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Elecciones 2022: ilusiones, fantasías y realismo
Podemos decir que cada sector del espectro político, está tratando de ‘jugar su estrategia’  y están en lo suyo
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Jueves, 18 de Marzo de 2021

Se ha venido exagerando, con diversas razones, la supuesta excepcionalidad de las elecciones que se llevarán a cabo en el 2022. Es verdad que la pandemia del Covid-19 marcó una inflexión en todas las sociedades,  tanto en el funcionamiento de la economía y sus impactos en términos del empleo y los ingresos –especialmente para los sectores más desfavorecidos-, así como en las medidas tomadas por los diversos gobiernos acerca de cómo enfrentarla, todas ellas discutibles. Pero de allí a considerar que esto incidirá sustancialmente en el proceso electoral del 2022, es posiblemente una exageración.

Algunos sectores de la izquierda política y social, con la legítima aspiración a ser y ejercer gobierno, hacen sus propias elucubraciones; hablan de que hay una inflexión que va a permitirles un triunfo electoral por primera vez y suponen que podrían ganar mayorías en el cuerpo legislativo –sin que haya bases reales para ello- y que si se agrupan, articulando las izquierdas políticas con las izquierdas sociales, tendrían posibilidad de ganar la presidencia –los más optimistas llegan a decir que lo podrían hacer en primera vuelta electoral-.

Desde la derecha, se comenzó a generar una campaña de expectativas con el ‘ojo con el 2022’, para sacar la supuesta amenaza de que podría llegar el fantasma del castro-chavismo, al parecer con el objetivo de buscar agrupar las fuerzas propias, con el discurso del miedo y atraer otras fuerzas cercanas políticamente, pero no necesariamente dispuestas a sumarse a coaliciones lideradas por esas fuerzas de la derecha. Igualmente, ciertos medios de comunicación afines y ciertos periodistas, igualmente exageran las posibilidades del candidato de la izquierda para darle visos de realidad a sus ‘fantasmas’.

Los sectores del centro político, que paradójicamente lo desconocen tanto desde la derecha como desde la izquierda, intentan hacer malabares para estructurar su coalición de personalidades con aspiraciones presidenciales, que tienen cada uno de ellos una trayectoria y una imagen positiva, pero ninguna estructura político-electoral y dependen en últimas del único partido político que sí tiene un aparato electoral, pero con grandes tensiones internas.

Podemos decir que cada sector del espectro político, está tratando de ‘jugar su estrategia’  y están en lo suyo. Es legítimo que cada sector político de las tres o cuatro coaliciones que seguramente se conformen para las presidenciales, -porque es probable que para las elecciones de Congreso lo que predominará será la dinámica partidista y se hará sentir las dinámicas del voto clientelista, compitiendo con votos de opinión-, tenga la ilusión de triunfar, aún en primera vuelta y es lo normal, para eso se compite. Pero la realidad es que ningún candidato de esas posibles coaliciones tiene garantizado ni el cupo para la segunda vuelta y mucho más difícil el triunfo en primera vuelta. Lo que tenemos hoy día es un mayor equilibrio entre las distintas opciones presidenciales y depende mucho del candidato, no sólo para garantizar los votos de sus adeptos, sino lo más importante para atraer nuevos votantes de otras franjas del espectro político, porque ninguno podrá ganar solamente con los votantes de sus partidarios leales y allí juega mucho el nivel de rechazo que puedan tener los candidatos en disputa por los potenciales electores.

Y sin duda, el otro factor relevante, es que el peso de los partidos políticos para la elección presidencial ha disminuido, pero sus aparatos electorales pueden ser relevantes para lograr las diferencias en una elección, como la que se avizora por el momento, bastante competida.

Sin embargo, falta un año largo y en ese tiempo pueden pasar muchas cosas. Nada está decidido.

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