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El sentimiento de la tributación
Otro motivo de duda es el despilfarro oficial que denuncian sus críticos.
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Sábado, 22 de Octubre de 2016

Como si no fuera suficiente la incertidumbre generada por el tropiezo que sufrió el proceso de negociación con las Farc, aparece ahora el fantasma de la reforma tributaria que el Gobierno viene anunciando desde hace meses y que será presentada para estudio y aprobación del Congreso.

Es, éste, un nuevo motivo de preocupación para los colombianos porque se informa que habrá nuevos impuestos e incremento de otros ya existentes como el IVA. 

No quiero hacer comentarios sobre las normas que va a contener esta reforma porque sólo cuando sea aprobada por el Congreso sabremos cuáles serán, en definitiva, los cambios adoptados. 

Me ocupo, apenas, de la percepción que tiene la nación sobre el aumento de la tributación que afectará a buen número de ciudadanos. En otras palabras, del rechazo instintivo con que son recibidos estos inquietantes anuncios.

Lo primero es aludir a la corrupción enquistada en el aparato estatal, que produce verdadero desánimo en el contribuyente al suponer que buena parte de los dineros recaudados se esfumarán por los vericuetos de la contratación amañada y en las artimañas de las mafias incrustadas en la Administración Pública. Está muy reciente el escándalo de los miles de millones de pesos que se robaron funcionarios de la propia DIAN encargada de administrar los recaudos.

Otro motivo de duda es el despilfarro oficial que denuncian sus críticos. Para el ciudadano resultan exagerados los grandes gastos en burocracia, viajes, costosos vehículos, escoltas, ostentosos despachos, publicidad, etc. mientras que la salud, la educación, las vías de comunicación o los servicios básicos carecen de recursos suficientes. Hay lujos de nuestros altos funcionarios que ni países más ricos dispensan a los suyos.

Un motivo de confusión es la indescisión del gobierno en el trámite de esta reforma tributaria que hace pensar o que no está seguro de su articulado, o que es tan gravoso que no fue presentado antes de la votación del plebiscito para que evitar que el país reaccionara desfavorablemente.

¿Yo me pregunto si los colombianos no aceptarían pagar más impuestos si el gobierno pidiera ese sacrificio para bien del país controlando el despilfarro, suprimiendo las prácticas que propician la corrupción y explicando claramente cuál es el propósito de los aumentos? 

Pero, soslayando esos temas, maquillando la realidad y dejando la duda de que el dinero será para tapar los huecos que ha dejado una administración pródiga, el sentimiento generalizado frente a la reforma es de inconformidad.

NOTA LUCTUOSA. La muerte del intelectual pamplonés Carlos Mariño nos llena el alma de tristeza. Fue compañero de todas las tertulias del Museo y creador permanente de poesías, narraciones, pensamientos y canciones, matizados del humor que lo caracterizó y que a veces generaba un rubor en los rostros más ingenuos. Fue inesperada esa penosa noticia y por eso no pude estar en sus exequias a las que hubiera querido asistir para acompañar a sus parientes y amigos. Quiero expresar a ellos mis condolencias pero, más que eso, unirme al dolor por la desaparición de quien deja una huella imborrable y un vacío entre los artistas.

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