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El Partido Conservador
En Colombia hay mucho conservatismo y muy poco Partido Conservador.
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Jueves, 25 de Enero de 2018

Inverosímil, pero en esta crisis de ideologías, en que se sumen los 13 partidos legalmente reconocidos, que quedan en Colombia, ninguno tiene en un texto político sus principios y adecuados a estos tiempos del nuevo milenio. 

El partido Conservador anda amarrado a los confesionalismos de 1848 de Caro y Ospina, de hace 170 años, sin percatarse que entre tanto, sucedieron las jornadas de la comuna de París, que, en tres meses de insurrección en 1871, se incubó un proyecto socialista autogestionario y desde entonces la historia cambió.

Sin percatarse que luego el mundo fue arrollado por la Revolución Industrial, que aumentó la producción agrícola, en pleno crecimiento de la población europea, y la aparición del maquinismo y se alteraron las relaciones de producción y del trabajo y eso fue un huracán social. Declinó entonces   el feudalismo y la monarquía y se desarrolló el capitalismo, la democracia, ambos con todos sus errores y sus horrores. Y eso, había que enfrentarlo, como lo hizo el conservatismo inglés con sus primeros ministros desde D`isrraeli hasta William Pitt.  Como el Liberalismo Inglés no se actualizó, fue sustituido por el Partido Laborista. 

Tampoco se percató en Colombia el Partido Conservador, que los nacionalismos mal interpretados eran una amenaza para la democracia, y algunas veces sus líderes, sin introducirlos al anacrónico programa de 1848, compraron esas cartas caudillistas del fascismo Mussoliniano, del Nacional Socialismo Hitleriano, del Falangismo español Franquista y esas influencias desnaturalizaron la filosofía del partido de Libertad dentro el orden.

Todas estas ideas, se vienen a mi magín, ante el escozor que causó la columna pasada sobre la “desinstitucionalización” en Colombia de lo público, que en las redes me llamaron godo reaccionario.

Y es que es cierta la manida frase, que en Colombia hay mucho conservatismo y muy poco Partido Conservador.  ¿Qué hacer para arreglar el problema conservador? Hasta la culminación del Frente Nacional, era fácil mantener la cauda y su importante votación.

El partido se había habituado al caudillismo, y los caudillos con solvencia moral apasionaban la “godarria”. 

Pero fallecidos los caudillos, el último, vilmente asesinado por el régimen; el partido quedó como en la gráfica descripción de la partida de ajedrez: “perdida la reina, la partida es una miserable lucha de peones”. 

Hay otra frase ajedrecística, para esta crisis de caudillos y prevalencia de los infantes de la lucha: “Con los años, valoro más a los peones”, eso decía el Gran Maestro Paul Keres de Estonia. 

De todas formas, hay que empezar por proponer algo. Hace tiempos ante la división creadora de Pastrana el Grande y Álvaro Gómez, caudillos que motivaban muchos votantes conservadores, Juan Diego Jaramillo dijo que había que prescindir de los caudillos, e iniciar con tres puntos de convergencia renovadora: por ejemplo, sacar la mano ladrona del cobrador de impuestos de los bolsillos de la clase media. Hacer retroceder las fronteras del Estado interventor. Desmontar lo que ahora son fuerzas absolutas de la sociedad:  la excesiva burocracia, la corrupción, los monopolios, los sindicatos que adormecen la producción y así recuperar la libertad individual. Por último, restablecer el principio de autoridad y restaurar la justicia, que la destituyeron los mismos jueces. 

 

 

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