Llegué temprano, atendiendo la invitación que me había hecho el rector de ese colegio, magíster Serafín Bautista Villamizar, para que lo acompañara en la celebración del Día de la Familia. No sé si por tacañería o por organización o por economía, juntaron la fiesta de la madre con la del padre y con la de los hijos y los arreglaron a todos, de la mejor manera.
Lo primero que vi fue el letrero gigante: Institución educativa María Concepción Loperena. ¿Quién será esta vieja?, me pregunté. Llegaba también como invitada una amiga, morena, de ojos soñadores y profundos (como dice algún poema), bonita y de sonrisa encantadora, a la que le pregunté:
-¿Quién es esta Concepción Loperena?
Me miró sorprendida, y me dijo:
-¿Usted no sabe?
Le contesté con la cabeza que no. No sabía.
-¿Y usted no dizque es historiador?
Me regañó con su mirada castigadora. Luego fue suavizando el rostro para terminar diciéndome: “Yo tampoco sé. Preguntémosle al rector”.
Serafín se las sabe todas y las que no sabe se las inventa, pero a nadie deja insatisfecho. Anda además compenetrado con el mandato bíblico de “Enseñar al que no sabe”, y nos respondió, después de mirar al cielo y pedirle ayuda al Espíritu Santo:
- María Concepción Loperena fue una heroína de la independencia en la región de Valledupar. Amiga de Bolívar y de Santander, se preocupó por la educación y por la libertad de su gente. Dueña de grandes haciendas, les dio libertad a sus esclavos.
-¿Listos? O quieren más- nos dijo.
-Listos –dijimos los preguntones.
Entramos, luego, al inmenso coliseo cubierto del colegio, donde el cura estaba listo para dar inicio a la misa, las graderías habían comenzado a llenarse de mamás, las bombas ya toteaban por el calor, varias mesas repletas de regalos, las profes corrían de un lado a otro dando los últimos toques a la fiesta, y afuera, los mariachis esperaban su momento para entrar y cantar Las Mañanitas y Ay, qué noche tan bonita...
Los papás no llegaron. Tal vez por ser día de trabajo, tal vez por lo temprano, tal vez porque no están enseñados a que los agasajen. Por lo que sea, pero brillaron por su ausencia, como dicen los locutores.
La primera sorpresa corrió por cuenta del padre Gustavo Alvarado, joven, buen expositor del evangelio y con un carisma especial: Nos salió cantante el curita. No había terminado de echarnos la bendición cuando ya estaba, micrófono en mano, pidiendo pista para sus canciones. Les dedicó dos rancheras a las madres con tal vozarrón y tal calidad, que las mamás no paraban de aplaudirlo. Le fue tan bien, que los mariachis de afuera, que esperaban turno, estaban dispuestos a irse con su música a otra parte porque se sentían opacados por el levita cantarín. Alguien los convenció de que el cura era secundado por los coros celestiales y por eso su voz se le escuchaba como caída del cielo.
Las sorpresas no paraban. Después del desfile de la banda marcial, recitaciones, discursos, danzas, coros, contorsionistas y la presentación de la niña cucuteña que fue finalista en La Voz Kid, apareció la Banda sinfónica del colegio, dirigida por el maestro Iván Tarazona. Un colegio público con sinfónica es algo maravilloso, que muy pocas instituciones pueden darse ese lujo.
Y como si fuera poco, el sindicato de profesores, Asinort, se vinculó a la jornada festiva con un grupo de danzas, conformado por profesores, algunos del mismo Loperena. Maestros que con el yugo al hombro mostraron sus capacidades en el bailoteo típico nortesantandereano y maestras que movían sus caderas con sabrosura y elegancia.
Fue una mañana esplendorosa. Se lució el colegio, se lucieron los docentes y sus estudiantes, se lució la señora de los refrigerios, las mamás se fueron felices con su regalo bajo el brazo, y los papás no saben lo que se perdieron por no haber ido. Ojalá todos los colegios hicieran esta clase de celebraciones con arte, buen gusto y excelente cultura.
Pero es que no todos los colegios tienen de rector a un poeta, escritor de alto vuelo y pedagogo de tiempo completo, como Serafín Bautista Villamizar, Serafo para los amigos. Yo ya me inscribí para seguir asistiendo a esta clase de eventos, que le llenan a uno el alma de alegría y el corazón, de ilusiones. Espero que me sigan invitando, y si no me invitan, me les colaré.
gusgomar@hotmail.com