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¿El huevo o la gallina?
Pareciera que entre más cacumen le gastan al embrollo, menos lo aclaran.
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Miércoles, 8 de Julio de 2015

¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?

Durante miles de años, todo el mundo le ha tirado materia gris al asunto, sin que aparentemente, se haya encontrado respuesta a este importantísimo interrogante.

Pareciera que entre más cacumen le gastan al embrollo, menos lo aclaran.

Los antiguos filósofos griegos, los patricios romanos, las cortes europeas, las bulas papales, las comisiones de paz y sus verificadoras no han podido ponerse de acuerdo sobre este tema tan ovoide y de tan largo alcance.

Años enteros han dedicado estudiosos e investigadores a tratar de dar luces sobre el asunto. Inútil. Cada día las conclusiones están más lejanas que los acuerdos en la Mesa de La Habana. Y eso ya es mucho decir.

Dicen algunos que, necesariamente, debió de ser la gallina primero que el huevo, porque primero es la mamá y después viene el hijo. Sabio argumento. La gallina es la mamá y el hijo es el huevo.

Los amigos de la Biblia vienen en ayuda de esta teoría, diciendo que Dios creó los animales, no creó semillas ni huevos. Sabia razón. El quinto día, dice la Biblis, Yaveh creó peces y aves. Y las gallinas son aves. De corto vuelo y sabroso caldo, pero son aves. Del quinto día. Después las aves empezaron a poner huevos y a ponerse culecas.

Hasta ahí todo iba bien, hasta hace unos pocos días en que, según lo vi en una revista especializada en asuntos de huevo, algún investigador llegó a la conclusión de que primero fue el huevo y hace un relato de lo que supuestamente sucedió en el Paraíso.

Dice el man que el huevo es  origen de  vida y lo que es origen es primero. Dice que a los niños les dan primero huevito tibio antes que sancocho de gallina.

Sobre el Paraíso dice este hombre de ciencia que el primer agarrón entre Adán y Eva sucedió por  el huevo. Parece ser que Eva empezó a conocer y a probar y a tocar todo cuanto tenía al alcance de su mano.  

Mujer, al fin y al cabo. Se aferraba con todas sus fuerzas a aquello que le gustaba. Y cierto día se topó con el huevo, lo probó y le gustó.

Desde entonces todos los días y hasta de noche empezó a pedir huevo. Hasta que Adán no dio más. El pobre se agotó rápidamente.

Tanto ir y venir en busca de nidos para encontrar huevos hacen desfallecer a cualquiera. Se trepaba a los árboles, se metía a solares ajenos, buscaba debajo de las piedras, donde fuera, para conseguir el huevo para su mujer.

Agotado y casi muerto, Adán fue donde el Señor a darle las quejas. Y éste los castigó a ambos. A Eva por garosa y al hombre por dejarse tentar.

De manera, concluye el tipo, que el incidente de la expulsión del Paraíso no fue por ninguna gallina, sino por el huevo, lo que fortalece su teoría.

La afición al huevo salió del Paraíso y hoy lo buscan por igual, mujeres y hombres. El huevo no sólo es fuente de vida sino también, de placer. Y en este sentido hay mujeres que se pelean por el huevo. Y hombres también. Porque todo lo que es gustoso y nutritivo es también fuente de discordia.

Leyendo yo ese artículo, me di a cavilar sobre el huevo y a pensar nuevamente en el problema de siempre: ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?  

 

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