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El fútbol: ¡qué embarrada!
La embarrada no es tanto del jugador que lo hace, sino del árbitro que no lo ve o se hace el de la vista gorda.
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Jueves, 25 de Junio de 2015

Las embarradas en el fútbol se dan no sólo cuando la cancha es de tierra y cae un buen aguacero. Eso es lo de menos, pues hay gente a la que le gusta jugar bajo la lluvia y embarrase hasta las amígdalas.

Hay otras embarradas, de tipo moral o algo parecido. En 1994, se desarrolló el XV Mundial de fútbol en Estados Unido. Colombia llegó crecida y con la seguridad de que estaría disputando la final, pues se creía invencible. La prensa y los comentaristas deportivos y las mujeres en la cocina, daban por seguro el triunfo de nuestra Selección.

Pero nuestra gloriosa Selección fue eliminada en la primera ronda, con la ayuda de un autogol que hizo uno de los nuestros.

Una derrota vergonzosa y una muerte fueron el saldo de ese Mundial para nosotros. ¡Qué embarrada!

Maradona, el astro del fútbol argentino, hizo un gol con la mano, en un partido entre Argentina e Inglaterra, y el árbitro no se dio cuenta, desde entonces se habla de la mano de Dios en el fútbol. 

Dios también le dio la mano a Lionel Messi en un partido del Barcelona contra el Spanyol. ¡Qué embarrada, Dios metiéndose a la cancha a ayudar a los argentinos! Y después los ayudó, dándoles Papa.

Son muchos los goles hechos con la mano. La embarrada no es tanto del jugador que lo hace, sino del árbitro que no lo ve o se hace el de la vista gorda.

Embarradas grandes, los autogoles. Mi retiro del fútbol se produjo precisamente a raíz de una de estas desafortunadas jugadas. 

Disputábamos la final del campeonato interclases en el Instituto Piloto de Pamplona.

Uno de los defensas de mi equipo no llegó para el partido, por lo que me llamaron a mí para que lo supliera. Yo no jugaba, pero daba pata sabrosa y ningún contrario se atrevía a acercárseme con el balón. Su canillazo se llevaba. Ese día, con madrinas y novia a bordo, venía el balón suave, suavecito, y yo tomé viaje frente a nuestra portería con la intención de mandarla al infinito. Cogí impulso, pero con tan mala suerte que la patada pasó por encima de la bola y la empujé hacia atrás, para hacer un autogol.

Casi me linchan mis compañeros ese día. Día aciago en que perdí mi vocación futbolística y la novia.

En Cúcuta los hinchas metieron hace poco un muerto al estadio General Santander, a que presenciara su último partido, del Cúcuta Deportivo. Qué embarrada con el pobre muerto que, en vez de responsos, recibió las griterías y madrazos propios de un partido de fútbol.

En la Copa América que se está disputando actualmente en Chile, han abundado las embarradas. Empezando por la Selección Colombia que llegó precedida de un gran fama. Éramos favoritos para traernos la Copa. ¡Y no fuimos capaces de ganarle a Venezuela, que tiene menos historial futbolístico que Colombia. ¡Qué embarrada!

Pero no estamos solos. Brasil la embarró dejándose ganar de los nuestros. La embarró para ellos, aunque a nosotros Brasil nos favoreció doblemente. Por un lado, le ganamos, y por otro, nos sacó de la olla venciendo a Venezuela, con lo cual pasamos de agache a la siguiente ronda.

Pueda ser que el próximo viernes le ganemos a Argentina. Porque si perdemos, será otra embarrada de nuestra Selección. ¡Embarrada con C mayúscula!

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