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El día después; lo posible
Las pandemias llevan a cambios profundos, siempre y cuando sean lo suficientemente destructoras, para que obliguen a barajar de nuevo. 
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Viernes, 1 de Mayo de 2020

Una de las grandes preguntas que se hacen en los núcleos familiares en estos días de encierro es cómo serán las cosas después de la pandemia. 

Podemos considerar que las pandemias son correcciones naturales a comportamientos dañinos. 

Las pestes europeas de la Edad Media, la negra y la bubónica, diezmaron una población creciente que no tenía ningún control sanitario. 

El renacimiento vino después de esas correcciones acompañadas del desarrollo sanitario en ciudades que empezaron a montar sistemas de alcantarillado para que las aguas negras no corrieran más por encima de las calles. 

Las pandemias llevan a cambios profundos, siempre y cuando sean lo suficientemente destructoras, para que obliguen a barajar de nuevo. 

Esta no parece ser de ese calibre, pero debe obligar a pensar si podemos seguir así. ¿Cómo será el día después, según mi apreciación? 

El primer enfoque será, o profundizar la globalización, o reducirla, regresando de alguna forma a una sustitución de importaciones, lo que parece una tendencia irrevocable, pues ante el cierre de fronteras muchos países han tenido problemas para la adquisición de insumos médicos, lo que ha dificultado el manejo de la pandemia. 

Esta política se acabó en Colombia porque vino el amangualamiento entre privados y públicos para control de mercado y extracción de rentas, encareciendo los productos de manera grotesca. 

Para que eso funcione, se necesita un mercado que funcione, que a su vez requiere un estado que lo permita: Colombia no es el caso. 

Y concatenado con eso, también se va a discutir el papel de organismos multilaterales como la Organización Mundial de la Salud, e incluso el papel de Naciones Unidas, más aún si la Conferencia sobre el Clima de noviembre a realizarse en Glasgow termina en una gran desilusión. 

Pareciera que la estructura que surgió después de la Segunda Guerra Mundial hace agua. 

El tan criticado “Estados Unidos primero” de Donald Trump, parece que se va a extender a otros países. 

El tema de la responsabilidad de China en la expansión de la pandemia, y las mentiras sobre el brote y el número de contagiados y muertos será motivo de tirantes debates, si no desembocan en sanciones abiertas. Del milagro chino vamos a pasar al circo chino. 

Los países que viven del petróleo verán un gran descenso en sus ingresos y una recesión más fuerte, sin cambios rápidos a la vista. 

El problema es que uno de ellos es la peligrosa Rusia, en proceso de coronar al nuevo zar Vladimir I el Putin, que nadie sabe qué estrategia tomará para fortalecerse. 

Los países con liquidez que inviertan en sus industrias, sobre todo las más innovadoras, van a irse a la cabeza del pelotón de punta. 

Estados Unidos, a pesar de su falta crónica de verdaderos líderes, puede ser uno de ellos, junto a la poderosa Alemania. La gran duda es que pasará con la Unión Europea, con miembros como España, cada día más política y económicamente de perfil latino, que se convertirá en el nuevo patito feo de la Unión Europea. Italia y Francia, van a salir golpeadas, y no se ve que la fortalecida Alemania se quiera meter la mano al dril para apoyar rescates a países como España, que avanzan dos pasos y retroceden tres. Si la Unión Europea seguirá es algo que no está muy claro, y hoy parece que el Brexit no fue tan mala idea para las islas británicas. 

En las Américas de habla ibérica, hay que ver qué pasa en México con el populista de izquierda Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que ha manejado la crisis con la inoperancia de un populista, lo mismo que lo ha hecho Bolsonaro en Brasil. Es grave que a los dos grandes de Latinoamérica les tocará la pandemia dirigidos por populistas. Igual sucede con Argentina. Si esta pandemia llevará a la caída de Maduro, es difícil decirlo, pues el régimen vive del crimen organizado; lo que es cierto es que la diáspora se aumentará pues la crisis económica alcanzará abismos desconocidos, con lo que eso significa para los vecinos. Latinoamérica, uno de las últimas regiones del mundo nadando en un subdesarrollo crónico, parece que va a retroceder más. 

Si esto va a llevar a más votantes a pedir salidas extremas, o si más bien llevará a los jóvenes a pensar en un nuevo modelo económico para una realidad que no se puede solucionar mirando al pasado, sino al futuro, es algo que está por verse, pero soy escéptico. En el poder y en la calle no querrán cambiar y la mayoría seguirá en la inercia pre pandemia. Hay mucho por cambiar y mucha irracionalidad en general, por lo que la economía seguirá en marcha lenta.

Y lo local ganará importancia frente a lo nacional, y será desde allí donde se deberán proponer las grandes innovaciones, siempre y cuando la planificación pase a ser un trabajo técnico diario, y no un acto de arte imaginativo de cada diez años. Ya el grito no será “proletarios del mundo, uníos”, sino, “Alcaldes del mundo, uníos”. 

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