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El club de Pinocho
Dicho de otra manera, se está repitiendo la historia y era previsible.
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Sábado, 14 de Diciembre de 2019

En la página web del canal de televisión CNN en español se publicó la siguiente información: El 13 de julio de 2017, la Fiscalía General de Colombia afirmó en una carta al Consejo Nacional Electoral (CNE) que tiene elementos y documentos que le permiten concluir “certeramente” que la constructora brasileña Odebrecht asumió costos en la campaña presidencial de Santos en su campaña electoral del 2014. Para la misma fecha y en la misma página aparece la respuesta del acusado: El expresidente de Colombia Juan Manuel Santos acudió voluntariamente este miércoles ante una Comisión Especial de investigación del Consejo Nacional Electoral a defenderse de las acusaciones de infracción al régimen de financiación de las campañas electorales originado en la campaña presidencial de 2014. “No hay una sola prueba, no existe, no se ha presentado que esa plata que dicen haya entrado en mi campaña”

Dicho de otra manera, se está repitiendo la historia y era previsible que así ocurriera porque existen los antecedentes, lo más fácil era repetir la versión. Si una vez entró un elefante cargado de plata que provenía del cartel de las drogas de Cali a la campaña presidencial de quien resultó elegido y no pasó nada entonces, ¿por qué hace unos cinco años, no pudo también entrar un camión cargado de dineros de una constructora para financiar la campaña de quien salió reelegido? En ninguna de las dos ocasiones los candidatos presidenciales se dieron cuenta del ingreso de esos capitales y ambos lo negaron y no hubo ninguna consecuencia real, solo escaramuzas y escándalos.

Cosas como estas son las que realmente le hacen daño al país, los comprometidos no aceptan los cargos, ni reconocen la culpa, no son responsables, por tanto no son castigados y luego fungen como adalides de las buenas costumbres. Son corruptos quienes se beneficiaron de dineros ilícitos o no permitidos en una campaña política presidencial. 

Es importante reconocer que la corrupción con sus múltiples tentáculos y autores ha defraudado al país. Entonces, la protesta válida, sin vandalismo, debe estar dirigida con todo el entusiasmo posible a combatir esa ilícita actuación que se coloca a la cabeza de nuestros problemas.

De tal forma que si pensamos en castigar de  manera ejemplar a los corruptos, eliminar las élites escondidas en un caparazón llamado fuero, pelear todos por el principio de igualdad para tener  los mismos derechos y deberes; esas si serían banderas para respaldar al unísono. Si no ocurre algo así seguiremos oyendo a los mismos pinochos contar la película que los hace buenazos y bonachones.

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