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Demografía y migración
A lo largo de la historia han existido migraciones humanas en masa por causas climáticas, políticas o religiosas.
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Jueves, 17 de Septiembre de 2015

Según los demógrafos hacia el año 10.000 antes de la era cristiana habría entre 100.000 y un millón de seres humanos en el planeta. Para el año 1 D.C. hubo alrededor de 200 millones y en el año 1.000 cerca de  310 millones de personas, algo menos de la población que hoy en día tiene solo los Estados Unidos. 

En el año 1.800 la humanidad se componía de de 1.000 millones de personas, la época de la revolución francesa. Ya en 1.965, cuando los Beatles salían a la luz pública, la tierra tenía 3.335 millones de sapiens, es decir, ayer, y en el año 2.000 éramos unos 6.000 millones. 

En 2.015 somos aproximadamente 7.380 millones y como dato curioso, en ese ascenso de pronóstico reservado, el año 1.950 fue el de mayor incremento porcentual con 52,64%. Y ahí vamos.

Desde otro ángulo, a lo largo de la historia han existido migraciones humanas en masa por causas climáticas, políticas o religiosas, como en los albores del asentamiento humano, la de los africanos hacia Europa y Asia y luego los asiáticos hacia América a través del estrecho de Bering; la diáspora bíblica de los judíos desde Egipto hacia Israel y mucho después las conquistas y las colonizaciones de los europeos en Asia, en América y en África. Marco Polo, Colón y los Bóers. 

El éxodo y el genocidio de los judíos por razones étnicas durante la Segunda Guerra. 

La deportación y humillación a colombianos desde Venezuela por razones de política bananera en 2015. 

Hoy Europa está conmocionada por la foto en primera página en los principales diarios, de un niño de tres años que murió ahogado en una costa de Turquía, junto con un hermanito y su madre, al sucumbir una precaria embarcación en la que el padre escasamente logró nadar y sobrevivir cuando pretendían huir desde Siria a Grecia, lo cual es apenas el florero de Llorente de un drama humano en medio del cual africanos y sirios huyen de sus países hacia Europa, acosados por las guerras y el hambre, con una llegada diaria de 2.000 personas al centro de la cultura. 

Es una situación inédita en la historia y los europeos carecen de repuestas ante la inesperada avalancha de refugiados en el último año. Miles han perecido ahogados en el Mediterráneo. 

Alemania anuncia que podría manejar y admitir la inmigración de unos 800.000 migrantes en un gesto generoso. Hungría puso alambres de púas en 185 kms de su frontera con Serbia para impedir el acceso de ilegales.  

En Austria se encontró un camión abandonado con 80 cadáveres descompuestos que al parecer eran sirios, herméticamente cerrado, en una carretera intermunicipal. Y al otro lado, en los Estados Unidos, cada vez gusta más el discurso xenófobo de Trump frente a los inmigrantes latinos ilegales y sube en las encuestas para sorpresa de sus contendores republicanos. 

En Venezuela, después de una diáspora de décadas de colombianos pobres e ilegales que buscaron mejores condiciones de vida, huyendo de la violencia y la secular indolencia del estado colombiano, ahora son deportados en masa, con violación de sus derechos humanos, cuando paradójicamente las circunstancias sociales y económicas del vecino cambiaron y busca un pretexto de confrontación con Colombia para suspender las elecciones parlamentarias que al parecer perderá el gobierno socialista de turno.

La explosión demográfica global produce desempleo y hambre y si se le suma el egoísmo y la intolerancia, características esenciales del ser humano,  ahí vamos.  La crisis de nuestra frontera es  dramática, pero no más que la tragedia de los emigrantes ilegales a Europa. Como dijo Juan Rulfo: se necesita mucha imaginación para entender la realidad.

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