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Cuestiones de moda
O sea que la política se volvió una moda.
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Martes, 2 de Mayo de 2023

Me encontré ayer, en una de las marchas organizadas para celebrar el Día del Trabajo, con una vieja amiga (no amiga vieja), con quien no nos veíamos desde el año pasado. Ella iba en otra manifestación, pero las dos escuálidas marchas se cruzaron en una esquina. Me vio desde la otra fila, me pegó el grito (Hole, viejo toche) y se me vino con los brazos abiertos, de una marcha a la otra,  haciendo camino al andar con su voluminosa figura, y con la risa ancha de quien se gana un baloto. Yo nunca me he ganado un baloto, pero supongo que así deben de ser las carcajadas de los ganadores.

-Feliz año, feliz año –me gritó con un fuerte abrazo y un beso a pie de oreja, que en otras condiciones, tal vez hubiera sido excitante.

-Pero si estamos en mayo –le dije tímidamente-. El Feliz año se da el primero de enero.

-¡Tan güevas! –me dijo. Mi amiga es chabacana para hablar y vestir y reír. Mejor dicho, es una amiga chabacana, que va diciendo cosas sin pensar en lo que dice, y sin fijarse en los demás que la escuchan. Los demás que la escucharon se desparpajaron, unos escandalizados por las palabras gruesas de la señorita, y otros porque las marchas habían comenzado a moverse.

  Quise aprovechar para quitármela de encima. “Qué pena, Rosmira, pero te tengo que dejar. Mi gente comenzó a caminar”, le dije.

-No importa –me respondió, agarrándome del brazo-. Yo sigo con tu marcha.

-Pero son dos grupos distintos –repliqué con una sonrisa forzada-.

-Eso es la misma vaina (no dijo vaina, dijo otra palabrota que comienza por m, pero yo me coloreo al escribirla). Al final, las dos manifestaciones terminan hablando de la explotación de los trabajadores  y echándole abajos a Petro.

-No lo puedo creer. ¿Tú, en contra del presidente?

-Esa es la moda hoy. Hay que estar con la gente, con las encuestas, con las masas.

-Pero tú votaste por Petro, y hasta dejaste de hablarme porque yo iba por otro lado.

-¡La moda, viejo! Esa era la moda, ser petrista.

-¿Y ahora la moda es mostrarse arrepentidos del petrismo, cierto?

-Yo decía que nunca me arrepiento de lo que hago. Pero ahora sí debo reconocer que la cagamos.

Entonces la abracé, sin importarme que le hubieran escuchado la palabrota, como el pastor abraza a la oveja descarriada que vuelve al redil, como la viejita acaricia la moneda que se le había perdido, según reza la biblia, mi manual de cabecera. (Tengo una biblia que me regaló mi gran amigo, el pastor Timoteo, con dedicatoria y todo, y con subrayados míos).

Seguimos en la marcha, alegres, de brazo, agitando nuestras banderitas tricolor y gritando gritos sin saber qué gritábamos. Tuve tiempo para pensar en las palabras de mi amiga: la moda. O sea que la política se volvió una moda. Y si pagan por estar a la moda, mucho mejor.

La moda es calzar tenis (o cotizas), pues hay que calzar tenis o cotizas. La moda es llevar pantalones rotos, pues llevemos pantalones rotos. La moda son los tatuajes, pues a tatuarnos un nombre, una flor, un corazón. Cualquier cosa, pero hay que estar a la moda. No le discutí lo de la moda antipetrista, para no llevarle la contraria. Pero en un momento le dije entusiasmado:

-¿Entonces ahora serás uribista?

-Ni puel putas –me contestó.

La miré doblemente feo: Por su grosería (la directora del periódico me puede tirar las orejas) y por su antiuribismo, que todavía no ha pasado de moda.

gusgomar@hotmail.com

 

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