Tradicionalmente se decía que América Latina se manifestaba electoralmente con comportamientos pendulares; por ello, después de la década de preeminencia de gobiernos de centro-izquierda, vino una oleada de gobiernos de derecha. Sin embargo el comportamiento electoral reciente corresponde más a peculiaridades nacionales que a tendencias regionales.
Hagamos una mirada panorámica a la región. En México llegó al gobierno Andrés Manuel López Obrador, un líder histórico, primero del PRI, luego del PRD y ahora creó su propio movimiento, MORENA, con características de caudillo y con una inclinación populista que le garantiza un importante apoyo electoral. En Brasil a los gobierno del PT –primero con Lula da Silva y luego Dilma Rousseff- lo sucedió un populista de derecha, Jair Bolsonaro, antiguo capitán del Ejército y quien ha hecho un gobierno controversial y dentro del cual la institución militar brasileña parece jugar un rol relevante; no es claro que se pueda re-elegir el próximo año, pero tampoco un retorno del PT. En Argentina al gobierno peronista de Cristina Fernández lo sucedió el derechista Mauricio Macri, quien pese a su trayectoria de empresario exitoso, hizo un gobierno muy cuestionado y eso facilitó el retorno del peronismo con la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández, ratificando de esa manera el peso histórico de la tradición peronista en ese país. En Chile, está terminando el segundo gobierno de Sebastián Piñera, re-elegido después del segundo gobierno de Michelle Bachelet y está frente a un inédito proceso constituyente, después de una oleada de protestas sociales juveniles, que lleve al reemplazo de la Constitución de la época de Augusto Pinochet. En Uruguay, después de tres gobiernos del Frente Amplio –los dos de Tabaré Vásquez y el de Pepe Mujica- volvió a triunfar la derecha con Luis Lacalle, dentro de una clásica alternancia de partidos políticos en el gobierno.
En El Salvador, llegó al gobierno Nayib Bukele, joven dirigente ligado primero al partido FMLN, quién ha logrado obtener un importante apoyo popular –en las últimas elecciones de Congreso obtuvo amplias mayorías su partido-, sobre la base de un autoritarismo-populista y medidas de alto impacto social como dotar de computadores a todos los estudiantes del país. En Nicaragua, se mantiene en el gobierno Daniel Ortega –criticado desde sectores de izquierda y de derecha-, con su partido FSLN en alianza con partidos tradicionales que en el pasado combatió.
En la región andina tenemos la elección en Bolivia de Luis Arce, del partido político MAS, el mismo que había elegido a Evo Morales y que había sido objeto de un ‘golpe de estado blando’, con lo que se consolida el peso político de ese partido y el carácter de Estado plurinacional. En Ecuador la derecha política retorna a la presidencia con Guillermo Lasso, elegido en buena medida como un rechazo social al autoritarismo y caudillismo de Rafael Correa, pero Lasso es un Presidente con un débil apoyo en el legislativo ecuatoriano y obligado a construir alianzas para garantizar su gobernabilidad. En la primera vuelta en Perú triunfan, en su orden, el maestro Pedro Castillo y Keiko Fujimori, representando cada uno de ellos la izquierda y la derecha y con una segunda vuelta imprevisible dentro de un sistema de partidos desprestigiados y fragmentados. En Venezuela se mantiene el régimen de Nicolás Maduro, dentro de un gran aislamiento internacional. En Colombia tendremos el próximo año elecciones con altas probabilidades de alternancia del régimen de derecha de Iván Duque y las posibilidades de triunfo de un gobernante de centro-izquierda, dependiendo de la capacidad de tejer alianzas, que neutralicen el rechazo de un sector del electorado a un eventual gobierno de izquierda radical.
Veremos cómo se siguen expresando los ciudadanos latinoamericanos.