El pregonero alista sus versos para proclamar que ya empieza la parranda. Los toreros aplanchan sus trajes de luces y las muchachas preparan sus minifaldas.
El decreto oficial es tajante y no deja lugar a dudas: “Habrá sanción para quien no salga a gozar”.
De manera que la cosa es en serio: Los del pueblo y los del campo y los de la ciudad y los de más allá, todos sin excepción, alisten zapatos y el bolsillo, porque mañana comienzan las fiestas en Chinácota.
Hasta hace algunos años, las ferias y fiestas de Chinácota eran las que mandaban la parada en todo el departamento porque allá se elegía a la señorita Norte de Santander, que nos representaría en el reinado de Cartagena.
Pero un mal día Chinácota se quedó sin ese reinado y las fiestas se vinieron abajo.
Los chinacotenses, sin embargo, no se amilanaron. Le metieron verraquera al asunto, se sobrepusieron a la adversidad, y nuevamente las fiestas van tomando auge, sin reina departamental, pero con reina veredal.
Con corridas de toros, que aún sobreviven, a pesar de la guerra que en todo el mundo les han declarado a las corridas, las sociedades defensoras de animales. Con rumba y trago venteado, que para eso sí hay plata.
Pero este año hay una variedad en el desarrollo de las fiestas.
Los organizadores resolvieron meterle un poco de cultura, para que el espíritu también se embriague, pero no de licor sino de belleza y de sano esparcimiento,
Así las cosas, se desarrollará en Chinácota, durante los días de la jartadera y de la bailadera, un encuentro mundial de muralistas, esos artistas de brocha y overol y vinilo, que pintan paredes, muros y zaguanes.
Pero no de cualquier manera, sino con las técnicas de los artistas, artistas de verdad, artistas de fama reconocida en el universo entero y más allá.
Veremos muraliastas de Italia, de México, de Argentina y de Honduras. Muralistas venidos de Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Muralistas de Uruguay y de Venezuela.
Y lógicamente, de Colombia, que también los tenemos y buenos.
Y entre ellos figura con buena pintura, el artista chinacotense, estudiante de la universidad de Pamplona, Diego Armando Barajas Vera, de quien dicen que hace murales tan reales, que uno no sabe si está mirando un dibujo o un paisaje visto desde el Cerro de la Vieja.
Diego forma parte del Movimiento Internacional de Muralistas ´Ítalo Grassi’ y es su delegado en Colombia.
La palabra Paz es la que está de moda por estos tiempos en nuestro país. Y los muralistas no se quedaron atrás. Así crearon el mensaje en esta oportunidad: Por la paz de nuestros pueblos.
Y con esa temática plasmarán 50 murales en Chinácota, que, entonces, quedará más hermosa, por obra y gracia de los pintores, de la Alcaldía, de la Gobernación del departamento y del Ministerio de Cultura, que juntaron devaluados pesos para traer más de 50 artistas invitados.
De modo que los borrachitos cuando salgan de las rumbas a la madrugada, o cuando salgan de las corridas, olorosos a sangre y arena y a manzanilla, no podrán formar pleitos ni furruscas, porque ahí estarán los murales para recordarles que debemos vivir en paz.
Lo mismo sucederá con los maridos cuando lleguen a casa al amanecer y la mujer los espere con la tranca de la puerta en la mano. Alto ahí, dirán ellos, los muralistas nos enseñaron que debemos vivir en paz.