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“Black Friday” con COVID
Hasta ahí tenemos un debate respetable y válido entre economistas a favor y en contra de la iniciativa.
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Domingo, 21 de Junio de 2020

El espíritu innovador y emprendedor del presidente Duque se expresó en forma clara y contundente el viernes pasado. A ningún gobernante en el mundo entero se le había ocurrido promover un viernes de descuentos y compras masivas en pleno crecimiento de la pandemia. Ni Trump ni Bolsonaro tuvieron la genial idea de organizar un evento como el Black Friday de Duque, con el loable propósito de reactivar la economía. ¡Fuimos noticia mundial!.

Hay que decir que la idea no surgió con la pandemia. Desde la campaña el hoy Presidente planteó la conveniencia de tener 6 días sin IVA durante todo el año, con el fin de incentivar el gasto. Ya en el gobierno se incluyó en la reforma tributaria la iniciativa, reducida a 3 días al año. En ese momento muchos economistas y académicos opinaron sobre la inconveniencia de la norma. Según ellos, no se producía un efecto adicional positivo en el crecimiento de la economía y sí se reducían ingresos fiscales. Sin embargo, el gobierno insistió en las bondades de la medida que fue avalada por el Congreso.

Hasta ahí tenemos un debate respetable y válido entre economistas a favor y en contra de la iniciativa. Con la aparición de la pandemia en marzo y la declaratoria de emergencia económica, algún genio consideró que la mejor manera de reactivar la economía en depresión, era con un impulso fuerte al consumo de los hogares, concentrando en un solo mes las tres fechas previstas para el día sin IVA. Exactamente tres meses después de una cuarentena prolongada y estricta, tal vez la más larga del mundo, que con gran sacrificio de los colombianos sirvió para controlar contagios y muertes, el gobierno decidió promover la salida masiva de la gente a las calles sin tener en cuenta los estudios epidemiológicos que señalan que los próximos 30 días será los de mayor peligro de contagios.

Las cifras de los últimos días se parecen cada vez más a las de los países más afectados con la pandemia. Entre 2000 y 3000 contagios diarios y nos aproximamos a la cifra de los 100 fallecidos por día, que es muy preocupante. En una coincidencia siniestra, los números del viernes pasado fueron los más altos de toda la crisis, precisamente cuando contemplamos horrorizados los tumultos y las aglomeraciones.

Un caos total que fue registrado incluso por el New York Times con el sugestivo título “What pandemic?”. Pero lo más impresionante de este episodio es la falta absoluta de autocrítica del gobierno nacional. En lugar de reconocer el error cometido, sale la Ministra de Interior en una forma tragicómica a “exigir” a los alcaldes que controlaran los desórdenes ocasionados en sus ciudades por la medida del gobierno nacional. Y para rematar, el jefe de estado califica de exitosa la jornada y anuncia triunfante que las pequeñas fallas que se presentaron serán corregidas en las siguientes jornadas programadas. Increíble. Ni un solo asomo de reflexión o ánimo de rectificación frente a una decisión que podría causar un grave daño a la salud y la vida de miles de compatriotas. Ya algunos comparan en el mundo esta jornada comercial con la marcha de las mujeres el 8 de marzo en Madrid, que fue la causante de la pérdida de miles de vidas de españoles en las siguientes semanas.

El daño producido el pasado 19 de junio es irreversible. Nada que hacer. A esperar el crecimiento de contagios en las próximas dos o tres semanas nos advierten los expertos. Pero lo que sí se puede evitar es persistir en un daño adicional en el mes de julio con una política francamente equivocada e irresponsable. La decisión de esta semana mandó para el carajo la cacareada apertura gradual de la economía y acabó con la idea del aislamiento inteligente. Además, deja sin autoridad moral al gobierno para seguir imponiendo controles y restricciones a los ciudadanos. Un verdadero desastre. Ojalá en la calma de este puente festivo el presidente reflexione y sin arrogancia comprenda el peligro de persistir en el error y aplace sus benditos días sin IVA. Es lo único sensato por hacer. O al menos limitarlos a las compras electrónicas para que la gente se quede en casa. No parece tan complicado.

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