
Han pasado tres años desde que Gustavo Petro asumió la presidencia con la promesa de trabajar por los más pobres de Colombia. Prometió de todo, hasta un tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla y acabar con el ELN en tres meses. La triste verdad es que no lo ha hecho y que hoy el país está más inseguro, más estancado, más endeudado y peligrosamente desinstitucionalizado.
A esto se suma el espectáculo grotesco de su discurso del 20 de julio. Presumió en su cuenta de X haber presentado un balance técnico: “Fui al Congreso de la República con ciencia y datos y me respondieron con insultos, grosería y brutalidad”. Cotejados los datos del presidente con los oficiales, quedó demostrado que, una vez más, Petro nos faltó al respeto. Sin asomo de vergüenza presentó cifras y datos inexactos, maquillados o falsos. Pretender engañar así al país es deshonesto y ofensivo, no solo para el Congreso, sino también para la ciudadanía.
Y nos preguntamos: ¿cuáles fueron los insultos y la grosería? ¿Cuál brutalidad? En cambio, el jefe de gabinete sí insultó a la democracia colombiana. Y Petro insultó la inteligencia de los colombianos. ¿Y cuál fue la ciencia: el colaborador progresista convertido en atril humano, tirado en el piso, sosteniéndole el computador al líder por más de dos horas?
Mintió al afirmar que 662 municipios no registraron homicidios, pero ese dato ni siquiera aparece en los reportes oficiales del Ministerio de Defensa. Entre enero y junio de 2025 se registraron 6.642 homicidios —un 3 % más que en el mismo periodo de 2024—. La llamada “paz total” ha sido, en realidad, un salvoconducto para que los grupos criminales se fortalezcan, expandan sus negocios ilícitos y asesinen colombianos. Solo en el Chocó van tres paros armados del ELN en lo corrido del año. Los secuestros crecieron un 12 % y el número de víctimas, un 53 %. Y se atrevió a decir que “en Colombia la mayoría del país está en paz”. Con estas cifras, hablar de paz es una desfachatez.
En materia de salud, hoy estamos viviendo una crisis humanitaria: hay escasez de medicamentos y falta de atención a miles de pacientes, muchos han muerto abandonados a su suerte. La situación se agrava porque el gobierno solo busca asfixiar a las EPS. La deuda del Gobierno nacional con el sistema, registrada por la Contraloría asciende a $32,9 billones (corte al 31 de diciembre de 2024). De ser un sistema que logró grandes avances como la cobertura universal y la contención del COVID, pasó a estar quebrado, como parte de una estrategia infernal para imponer a las malas una ideología política.
En infraestructura, 55 obras fueron suspendidas por falta de pago y se han recortado $1,2 billones. En educación, miles de jóvenes fueron engañados: mientras decía defender la educación gratuita, eliminó el subsidio a las tasas del Icetex, lo que disparó hasta en un 70 % las cuotas para más de 150.000 estudiantes.
Y para completar el engaño, el Ministerio de Educación llevaba meses hablando de nuevos cupos universitarios. Pero, de un día para otro, cambiaron el discurso: ahora hablan de estudiantes nuevos, como si fuera lo mismo, y no lo es. Mejor dicho, no existen 190.000 nuevos cupos, como anunciaban a los cuatro vientos. Este cambio de narrativa confirma que maquillan cifras, manipulan el lenguaje y le mienten al país.
Petro afirmó, sin el menor pudor, que recibió el país con una inflación del 13 %, cuando la cifra real fue 10,21 %. Una mentira descarada. Prometió reactivar la industria y respaldar al empresariado, pero los ha convertido en sus adversarios. El crecimiento industrial ha sido nulo o negativo. Y aunque presume de las incautaciones de droga, los cultivos ya superan la historia cifra de mas de 253.000 hectáreas. Como nunca antes Colombia, en el gobierno Petro, es el principal proveedor de cocaina del mundo. Tremendo logro.
En materia económica, el panorama es crítico: endeudamiento récord, inversión privada estancada y confianza empresarial por el suelo. No solo mantiene un déficit fiscal histórico, sino que rompió la regla fiscal. Disimulan las tasas de desempleo incluyendo a los informales. Solo le interesan los trabajadores sindicalizados. Han creado empleos burocráticosgenerando un Estado gigante e ineficiente, clientelismo como nunca antes. Y para esto quiére otra reforma tributaria.
Y la cereza del pastel —perdón, de la “ciencia”—: anunció la compra de aviones de combate por cerca de 1.900 millones de dólares. Contradiciendo su marzo del 2021 cuando dijo: “La compra de aviones en medio de una crisis como la que vivimos es el máximo grado de irresponsabilidad de un gobernante. No entiendo un país que pueda aplaudir que no se usen los recursos para salvar la vida y, en cambio, sí en instrumentos para bombardear niños”. No hay recursos para la salud, pero sí para armamento. ¿Dónde quedó la promesa de no gastar en guerra?¿Dónde quedo el Petro candidato? Hoy sería un implacable y furibundo opositor de este Petro derrochador, politiquero y clientelista.
Son tres años de de desgobierno caótico que, en solo tres años, ha tenido más de 55 ministros. Colombia está agotada de tanta improvisación, corrupción y mentira.
Es lamentable, pero no nos sorprende que haya perdido la oportunidad de rendir un balance serio y transparente. Y es indignante cómo sus bodegas, financiadas con nuestros impuestos, atacaron de manera cobarde a una mujer valiente como Lina Garrido, quien en ningún momento le faltó al respeto; solo dijo la verdad. Mientras tanto, los insultos y amenazas de sus hordas digitales ponen en riesgo la seguridad de una parlamentaria.
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