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Sábado, 30 de Mayo de 2015

Hay varias versiones de la leyenda del “Boliche”, sector del centro de Barranquilla donde hacen el repuesto que ya no se consigue o copian la pieza metalmecánica que se necesita. Una de esas versiones es la que apareció en El Heraldo el 21 de noviembre de 2014 escrita por Nani Mosquera que cuenta que a un alemán se le dañó un componente del motor de su avión y que sin mayor esperanza lo llevó al Boliche por consejo de un amigo y allá le reconstruyó la pieza en poco tiempo un operario mal vestido que consumía Ron Popular.

Boliches existen en la mayoría de las ciudades. En Bogotá, por ejemplo, se encuentra esa misma capacidad técnica y posiblemente mayor sofisticación en el barrio Ricaurte. En el sector del 7 de Agosto hay una aglomeración de talleres de reparación de motores, de transmisiones, frenos dirección con equipos iguales o mejores que los que tienen los talleres de las distribuidoras y tarifas equivalentes al 20 por ciento de las que cobran estos últimos. En la avenida 19 entre carreas 13 y 7ª formulan los anteojos que necesite y le arreglan cualquier problema de gafas en tallercitos especializados. En San Victorino compiten las confecciones producidas en el sector con ropa traída de China. En Medellín, en el “El Hueco”, también existen estos centros de confeccionistas, provenientes de Marinilla, que producen bluyines “importados” de marca y chivean hasta lo ya chiviado (“Converse” chinos color guayaba, por ejemplo).

En esa ciudad, a un nivel muy superior de complejidad, en la Unidad Industrial de Belén, hay más de 50 empresas organizadas para producir lo que se necesite en metal mecánica. Preguntando sobre esta zona me encontré con la sorpresa de que una de esas empresas mejora los diseños de máquinas importadas por industrias locales y otra del mismo dueño en la zona franca de Rionegro hace bombardeo biónico para endurecer aceros que exporta. Es la quinta empresa del mundo en esa actividad y toma ventaja de que “la ingeniería en Colombia es muy barata y contra eso los Estados Unidos no pueden competir”.

¿Qué tienen en común todos ellos y por qué son importantes?). Lo que tienen en común es que aprovechan lo que los eruditos llaman “economías de aglomeración” que surgen porque varios negocios competidores, complementarios y/o afines se establecen en un mismo sector para atraer clientela conjuntamente, para aprender unos de otros y para complementarse. Por otra parte, ya se cuenta con las competencias técnicas, y en el ejemplo de Medellín con alta tecnología, que son difíciles de adquirir, y que pueden ser el gérmen de futuros desarrollos tecnológicos, especialmente en las áreas de ingeniería, de manejo de herramientas y manufactura metalmecánicas, de equipos eléctricos y en la automotriz, entre otros.

Hace falta algo o alguien que organice a los pequeños para que trasciendan de su condición actual de taller y progresen. En Bangladesh Bibi Russell, una “top model” retirada, ya ha organizado a los tejedores y confeccionistas artesanos para que operen como una sola empresa en investigación y desarrollo, diseño, finanzas y mercadeo internacional. También es necesario hacer estudios serios de estos centros de tecnología emergente e identificar formas de promover progreso. (Cont.)

 

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