Uno de los consejos que Don Quijote le daba a su escudero era: “Sancho, déjate de ser tan quejumbroso, de estar llorando por todo y de ser inconforme por las cosas que te suceden. Al mal tiempo debes hacerle buena cara; a las malas cosas debes ponerle cara alegre y vivir siempre con optimismo. Solo así te irá muy bien cuando yo te nombre gobernador de la Insula”
El consejo era para Sancho, pero en realidad la sabiduría de Cervantes, quería hacer extensiva la enseñanza a toda la humanidad.
En efecto hombres y mujeres vivimos quejándonos de todo. Los casados se quejan de su matrimonio, los solteros, de su soltería, los viudos de su viudez, los feos, se quejan de su fealdad y las bonitas quieren mejorar su belleza. Si hace sol nos quejamos del calor y si llueve nos quejamos del frio.
Los que trabajan reniegan de sus condiciones laborales y los que no lo tienen, sueñan con tenerlo como sea y donde sea.
En Cúcuta nos vivimos quejando del clima ardiente, pero cuando uno está lejos y tiene que soportar temperaturas bajas como las de Bogotá, añoramos el calor de nuestra querida ciudad.
Ahora que por fuerza de las circunstancias, estoy en la capital, tuve que soportar el frío intenso de las granizadas que han caído en los últimos días sobre esta gran urbe. Y la verdad es que uno siente nostalgia del calor, del sudor, del baño tres veces al día y de ese cosquilleo de felicidad que produce el salir al caminar.
Un paréntesis: Ahora que vi de cerca el granizo, recordé la cartilla La Alegría de Leer, número 2, que decía: “el día que cayó la granizada, salió Gregorio Gracia a recoger granizo, como la greda del suelo estaba tan lisa, Gregorio resbaló y estuvo en peligro de romperse un brazo, gracias a su madre, que lo recogió y le puso paños de vinagre, el niño se recuperó temprano” se trataba de enseñar las combinaciones gra, gre, gri, gro, gru y la imagen de Gregorio Gracia siempre desde entonces me ha acompañado y ahora la reviví muy claramente. Cierro paréntesis.
Volviendo al consejo de Don Quijote, es bueno recordar, que la mente atrae lo bueno o lo malo de lo que se piense. La fe que mueve montañas influye mucho en la creencia de la gente. Por eso los campesinos cuando el clima se les pone difícil para sus cultivos acuden a rezarle a San Isidro labrador, un santo labriego que araba sus tierras con bueyes pero en ocasiones se iba a un convento cercano a hablar con Dios. Dice la leyenda que mientras tanto los ángeles venían y le ayudaban con sus bueyes en el oficio de arar la tierra. Hoy los campesinos tienen su estribillo: “San Isidro Labrador, Quita el agua y pon el sol” o “San Isidro Labrador, manda el agua y quita el sol”
También acuden los campesinos a una ceremonia religiosa llamada Rogativa, que es una súplica a Dios, a los santos y a las santas, y a los ángeles, y a las once mil vírgenes, para que entre todos hagan llover si hay sequía o al contrario hagan salir el sol si hay invierno.
Fui testigo alguna vez de un milagro que sucedió en Aguachica, Cesar cuando el padre Eulises Gutierrez hizo una Rogativa para que lloviera por que los arroceros estaban viendo secar sus cultivos. Acompañé al padre, mi primo, en esa ceremonia y antes de que terminara, empezaron a caer grandes goterones de lluvia.
- Usted está haciendo milagros, padre – le dije.
- Es la fe de la gente – me contestó
Yo me acordé de Don Quijote y su consejo: al mal tiempo buena cara.