La cena de año nuevo para Elvis Francois fue una sopa que resultó de mezclar salsa de tomate, agua de mar y un cubito de caldo maggi. Fue lo único que encontró en el barco con el que naufragó por el Caribe durante 24 días.
Él mismo reconoce que no sabe nada de navegación, pero –incluso así– terminó viajando desde la isla Sint Maarten, en las Antillas Holandesas, hasta Puerto Bolívar, en La Guajira. Pero no fue un trayecto que tomó por placer.
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Todo se remonta al pasado 22 de diciembre, cuando Elvis estaba pintando su bote y arreglándole la vela, pero en una mala pasada quedó a la deriva tras perder el control de la embarcación.
Y aunque intentó regresar a la isla, las condiciones climáticas lo arrastraron hasta mar abierto. Trató de llamar a sus amigos, pero perdió la señal. En ese momento supo que no había nada más que hacer, solo sentarse y esperar.
Primero llegó el hambre, aunque Elvis logró sortear la situación gracias a una vieja botella de salsa, un polvo de ajo y un cubito de caldo que encontró y le sirvieron para prepararse esa sopa que lo mantuvo con vida durante los 24 días lejos de la tierra. Siempre preparó lo mismo cuando su estómago lo punzaba.
Luego, la oscuridad y el miedo se hicieron cómplices e intentaron vencerlo. Durante su naufragio durmió poco, consciente de que estaba en mar abierto, rodeado de tiburones y aguas agitadas. Perdido.
Sin embargo, mantuvo la calma unos días hasta que por su lado comenzaron a pasar otras grandes embarcaciones. Eso fue para él algo duro, pues no veían su pequeño bote.
Mientras avanzaba, el oleaje crecía y llenó de agua su barco, por lo que tuvo que sacar agua varias veces para no hundirse. Se mantuvo a flote, pero a la deriva.
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Elvis no sabía en qué lugar del mundo estaba, no tenía nadie con quien hablar y ya no sabía qué más hacer para que lo rescataran. La incertidumbre se apoderó de él, y de paso la tristeza recordando a esa familia que había tenido que pasar navidad y año nuevo sin él.
Pero así como el mar es imprevisible, la suerte también lo es. El 15 de enero vio pasar un avión sobre él y, con un espejo que encontró en el barco, usó la luz del sol como reflejo para hacer señales desde el mar hacia el cielo. La aeronave pasó dos veces por encima de su bote y Elvis quiso creer que sí lo habían visto.
Después de recorrer 1.155 kilómetros, es decir, casi tres veces la distancia que hay desde Medellín a Bogotá, las labores de rescate, por fin, iniciaron.
La Armada de Colombia, en articulación con la Dirección General Marítima y el Servicio Nacional Aeronaval de Panamá, atendieron el llamado de Elvis. Vieron su letrero de ayuda y lograron rescatarlo a 120 millas náuticas al noroeste de Puerto Bolívar, en La Guajira.
Tras pisar tierra colombiana, en Cartagena, el náufrago de nacionalidad Dominica, fue atendido por el cuerpo médico de la Armada, que le confirmó un buen parte de salud. Posteriormente, Migración inició el proceso de retorno a su país. “Fue una experiencia muy fuerte. No sé cómo estoy vivo, pero lo estoy”, dijo Elvis.
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