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El millonario premio que desató un escándalo en la Lotería de Medellín: la ganadora se pronunció
Una mujer ganó un millonario premio en la Lotería de Medellín y, poco después, un alto funcionario presentó su renuncia. La historia detrás del sorteo ha despertado todo tipo de sospechas, incluso desde la Casa de Nariño.

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Colprensa
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Martes, 24 de Junio de 2025

La noticia estalló como pólvora en una fiesta: el 9 de mayo de 2025, día del sorteo especial de la Lotería de Medellín por el Día de la Madre, alguien se llevó un premio seco de mil millones de pesos. Pero no era cualquier ganador: era la esposa de Rubén Darío Callejas Gómez, exsubgerente comercial de la entidad y excandidato liberal a la Asamblea de Antioquia.

Lo que para algunos fue una coincidencia feliz, para otros olía a escándalo. La noticia no tardó en viralizarse. Titulares, hilos en redes y especulaciones mediáticas apuntaron a una sola pregunta: ¿hubo trampa?

El sorteo 4782 fue transmitido como de costumbre. Nadie notó nada extraño, hasta que días después se conoció que el billete ganador había sido reclamado por una mujer que compartía hogar con un alto funcionario de la misma lotería. Las alarmas sonaron, sobre todo porque Callejas, además de estar vinculado a la entidad, era una figura política con conexiones visibles.

Internamente, la noticia sacudió la estructura: la Junta Directiva ordenó una auditoría forense para esclarecer cualquier posible irregularidad. Se revisaron videos de seguridad, sistemas informáticos, canales de distribución y validación de billetes. Durante diez horas de revisión técnica, no se encontró ningún indicio de fraude. El resultado fue claro: todo se ajustó a la legalidad.

Pero el daño ya estaba hecho.


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La renuncia y el precio de la duda

Pese a la conclusión de la auditoría, el escándalo mediático fue imparable. En un comunicado breve, Rubén Darío Callejas presentó su renuncia el 26 de mayo, aduciendo que su dignidad había sido afectada y que no se le había permitido ejercer su derecho a la presunción de inocencia. Su carta fue más un grito de hartazgo que una defensa técnica.

La controversia escaló hasta la Casa de Nariño. El presidente Gustavo Petro se refirió al caso en redes sociales y pidió explicaciones públicas. La Procuraduría General de la Nación abrió una indagación preliminar para determinar si hubo alguna falta disciplinaria o conflicto de interés, aunque hasta ahora no hay imputaciones formales.

En medio del bullicio, ella decidió hablar. Con voz firme y sin rodeos, la mujer sostuvo que compró su billete de forma legítima, sin favores, sin trucos, sin privilegios. Aseguró que la suerte le sonrió, como a miles de colombianos cada semana, y que lamentaba el linchamiento mediático que su familia estaba viviendo.

“¿Acaso las esposas de los funcionarios no pueden jugar la lotería como cualquier ciudadano?”, preguntó en una entrevista radial, dejando en el aire una reflexión incómoda sobre las fronteras entre lo ético, lo legal y lo moral.

Aunque todo indica que no hubo irregularidades, el caso deja un sabor amargo. No por el premio en sí, sino por lo que revela sobre la confianza pública. La Lotería de Medellín, una de las más tradicionales del país, quedó en el centro de una tormenta que mezcla política, poder, percepción y azar.

Y al final, lo que para una familia fue fortuna, para una institución se convirtió en crisis reputacional.


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