Ayer en la mañana, el sitio donde la Policía de Tránsito y Transporte instaló hace varios meses un puesto de control para los automotores que van y vienen de Puerto Santander y de la zona rural que está por esa vía, estaba desolado y abandonado.
El ambiente que se sentía ahí en la vereda Guayabales, a solo 10 minutos del casco urbano de Cúcuta, era de penumbra. Las pocas personas que viven cerca de ese lugar aún sentían pánico por lo que tuvieron que presenciar la noche anterior, con el ataque con explosivos y disparos que sufrieron los uniformados que estaban de turno.
Si quieres tener acceso ilimitado a toda la información de La Opinión, apóyanos haciendo clic aquí: http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion
“Nosotros escuchamos como a las 11:20 disparos y explosiones; la tierra se movía. Hoy (ayer) salimos y vemos esa escena de horror. Los policías que trabajaban en ese turno eran muy buena gente, en especial el que falleció”, sostuvo un habitante del sector.
Añadió, “nadie vio nada. Las personas se limitaron a escuchar los disparos y el estruendo de las detonaciones; se echaron la cruz e hicieron como si nada estuviera pasando, calmaron a los niños que no dejaban de preguntar qué pasaba”.
Así fue como algunas personas que viven cerca del puesto de control policial narraron ese ataque que se presentó contra los uniformados que permanecían ahí, expectantes al movimiento de vehículos.
Los sorprendieron
Aunque el lugar parecía ser muy seguro, la noche del viernes quedó demostrado que no era así. Pues varios hombres aprovecharon la oscuridad y la soledad del sector para llegar casi al frente del puesto de control e iniciar un despiadado ataque.
Lea también: ‘Jhon Mechas’ mantiene bajo el terror a Tibú
Todo arrancó hacia las 11:20 de la noche, cuando el patrullero Francisco Sánchez Murillo se encontraba dentro de esa casona que tienen los policías de tránsito, mientras que sus compañeros, dos suboficiales y otro patrullero, estaban afuera expectantes al movimiento de los vehículos.
Según una de las versiones que recopilaron las autoridades, los uniformados que estaban sobre la vía, observaron que un vehículo se estacionó a unos metros y de él se bajaron varios hombres armados, iniciándose el ataque.
Otros testimonios señalan que los atacantes llegaron caminando por una zona oscura y desolada, ubicándose en un lote que está al frente de las instalaciones policiales y desde ahí comenzaron el hostigamiento.
Los uniformados, angustiados por lo que estaba pasando, respondieron al ataque con sus armas de dotación, pero luego de una seguidilla de disparos, vino una ‘lluvia’ de explosivos, con los que querían acabar con todo.
“Fueron muchos los ‘tatucos’ (artefactos artesanales) que les mandaron a los policías. Querían matarlos a todos, fue terrible ese ataque, gracias a Dios ninguno de esos explosivos cayó dentro de donde ellos estaban”, contó una fuente judicial.
Lea también: ¿Por qué el Eln mató a tres hermanos en Cúcuta?
En medio del hostigamiento, los uniformados alcanzaron a enviar algunos audios por WhatsApp a los compañeros que estaban de servicio a esa hora en el casco urbano de Cúcuta. “Apoyo, apoyo, acá nos están dando, apoyo, apoyo”, fue lo que decía una y otra vez uno de los uniformados, también se lograba oír los disparos.
“El ataque duró por lo menos media hora y a pesar de que los policías pidieron apoyo, solo hasta después de casi dos horas, varias unidades del GOES (Grupo de Operaciones Especiales) llegaron y al ver al patrullero Sánchez muerto, se lo llevaron para las instalaciones de la Sijín a que le hicieran la inspección técnica, los otros compañeros también fueron sacados de ahí. El lugar quedó solo”, contó una fuente judicial.
Cuando las unidades de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) se encargaron de la diligencia judicial con el cadáver, vieron que el policía tenía en sus dos bolsillos del pantalón una fuerte suma de dinero, también llevaba puesta una cadena de oro y minutos más tarde sus compañeros entregaron el celular. Todo le fue entregado a su esposa.
Y pese a que el lugar está cerca de una base militar de Oripaya, los policías tampoco pudieron tener un apoyo rápidamente.
Extraoficialmente se conoció que una vez los comandantes de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) se enteraron del hostigamiento, solicitaron que un helicóptero artillado llegara a la zona e hiciera un barrido para lograr que por tierra arribaran las patrullas y así no terminaran asesinados los uniformados.
Le puede interesar: ¿Qué hay detrás de la masacre en Cúcuta?
“Como la zona es de difícil acceso por la oscuridad y que no sabemos si nos están esperando para emboscarnos, se optó porque el helicóptero fuera primero iluminando el sector, mientras los uniformados en tierra, nos esperaban en un punto seguro”, indicó otra fuente judicial.
Luego que el helicóptero arribó al puesto de control y confirmó que no había amenazas, fue que llegaron las unidades del GOES y otra veintena de policías, pero ya los atacantes se habían marchado.
¿Quién cometió el ataque? Esa es la gran interrogante que muchas personas tenían ayer. Hasta el cierre de esta edición, ningún alto mando de la Policía ni ninguna otra autoridad quiso atribuirle el ataque a algún grupo armado ilegal. Aunque por esa zona, según fuente de inteligencia, se mueven el Eln y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc).
Las marcas de la tragedia
Ayer en la mañana, cuando el equipo periodístico de Q’hubo arribó a la zona, se encontró con una escena trágico. En una esquina de la casona donde acostumbran a estar los policías, resguardándose del sol o de la lluvia, había un enorme charco de sangre.
Además, en las paredes, por la parte externa, de esas instalaciones quedaron las marcas de varios disparos. Todo estaba desordenado y afuera, debajo de unas carpas blancas, quedaron las motos en las que se movilizaban los uniformados que sufrieron el ataque.
Lea también: Explosiones, sangre, miedo y daños alrededor de la Policía en Astilleros
El lugar estaba abandonado, ningún policía llegó ayer, solo en la tarde fue que algunos funcionarios de la Defensoría del Pueblo estuvieron ahí verificando lo sucedido.
Los rastros del hostigamiento también se pudieron ver alrededor, pues varios pedazos de los artefactos explosivos que les enviaron a los policías quedaron esparcidos, así como las vainillas de las balas de fusil y pistola que fueron disparadas de uno y otro lado.
Un policía condecorado
El patrullero Francisco Sánchez perdió la vida haciendo lo que más le gustaba, cumpliendo con su trabajo como policía. Durante 13 años hizo parte de esta institución. Era padre de dos niños.
De su trayectoria como policía se destacan siete condecoraciones por diferentes proezas. El general Juan Alberto Libreros Morales, director de Tránsito y Transporte de la Policía Nacional, lamentó el asesinato del uniformado.
Por eso, “se ofrece una recompensa de 100 millones de pesos para ubicar a los responsables de este ataque armado”, dijo el alto mando policial.
Eln se atribuyó dos ataques
Una semana después de que la estación de Policía de la vereda Astilleros, de El Zulia, fue casi destruida por varios explosivos que le lanzaron desde una volqueta, y al otro día el comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, general Óscar Moreno, fue víctima de un ataque, en la misma zona, el Eln se atribuyó los dos hechos.
En un comunicado que hicieron circular por redes sociales, el grupo armado ilegal aseguró que, “informamos que el 4 de febrero a las 11:30 a. m., unidades del Frente de Guerra Nororiental del Eln, atacaron las subestación de Policía de La Ye de Astilleros. Resultado dos policías heridos, la subestación destruida en 60 por ciento y una tanqueta del ESMAD averiada. Fuerza guerrillera sin novedad”.
Añadió: “el 5 de febrero a las 1:45 p. m., unidades del Frente de Guerra Nororiental del Eln atacaron al general Óscar Moreno, comandante de la Policía de Cúcuta y su grupo de seguridad en la vía que comunica a El Zulia con el corregimiento La Ye de Astilleros. Resultados: 2 policías heridos. Fuerza guerrillera sin novedad (sic)”.