Pese a que la inversión hecha por la alcaldía en el presente año en la reparación de la malla vial supera los 22.000 millones de pesos, para los usuarios de las vías esta cifra resulta ínfima frente al real valor de lo que se requiere para poder cambiarle el rostro a los más de 1.200 kilómetros que conforman la infraestructura vial de la ciudad.
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A juicio de expertos se necesitarían entre dos y tres billones de pesos, recursos con los que no han contado ninguno de los cuatro últimos alcaldes que han pasado por el palacio municipal.
Sumado lo que se invirtió en las alcaldías de Donamaris Ramírez, César Rojas y lo que se lleva en la actual de Jairo Yáñez, la cifra solo redondea los 160.000 millones de pesos, lo cual desnuda la poca inversión que se ha hecho en los últimos tres lustros en la recuperación de la malla vial.
Esto confirma que hace falta muchísimo trayecto por reparar en una malla vial que ante los ojos de propios y extraños está deteriorada en un 75 por ciento.
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En la alcaldía de Yáñez se han ejecutado dos fases de la Ruta del Asfalto y está en marcha una tercera en la que se han llevado soluciones a ocho comunas.
También, con la Ruta del Concreto se han visto beneficiados 13 barrios. Las soluciones se han llevado también a todos los corregimientos del sector rural con placa huellas y reparación de puntos críticos con lo cual se ha mejorado la conexión con el casco urbano.
En un recorrido que periodistas de La Opinión hicieron por la ciudad ninguna comuna se salva de los huecos, pero si habría que escoger las dos más críticas esas serían las ciudadelas de Juan Atalaya y La Libertad, donde las calles presentan un paisaje desastroso e imposible para el tránsito vehicular.
Estas condiciones no solo tienen frenada la movilidad de Cúcuta, sino que representan pérdidas incalculables para el parque automotor, en especial en su parte mecánica, por los daños que sufren en las suspensiones y sistemas de rodamiento.
Alirio Casas, un taxista propietario de un Chevrolet Spark, modelo 2020, le aseguró a La Opinión que transitar por las calles de Cúcuta, tal como lucen en estos momentos, “es un verdadero suicidio, pero no solo peligroso para la vida de los conductores, sino para la vida útil del vehículo”.
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En esto último, Casas aseguró que la situación se agudiza cuando llueve, porque los huecos se llenan de agua y es muy difícil predecir en dónde se encuentra una zanja. “Por estas condiciones la semana pasada caí en un verdadero cráter y ello me costó 1.200.000 pesos porque se me dañó la suspensión del carro”.
En la actual administración se han reparado cerca de 74 kilómetros con el programa La Ruta del Asfalto, pero el ingeniero de Vías y Transporte Alberto Acuña Cordero aseguró a La Opinión que faltaría por reparar unos 1.000 kilómetros de vías, lo que equivale a ir y volver de Cúcuta a Pereira.
El líder comunal Alfonso Parra calificó el estado de la malla vial de su sector San Martín como la ‘Ruta del nefasto’. Recorrer las calles de esta zona en el oriente de la ciudad es un verdadero martirio, ya que hay calles que tienen más de cien huecos. Por allí está proyectado este año la Ruta del Asfalto, pero hasta ayer no se veía presencia de obreros.
Esta situación ha desatado comentarios en contra de la secretaría de Infraestructura del municipio por la lentitud con que aborda los proyectos. “Las comunidades necesitan respuestas rápidas, de lo contrario los problemas se agudizan, tal como sucede ahora con muchos tramos viales en donde se lleva años esperando el asfalto”, dijo Gerardo Caicedo, líder Cívico de Atalaya.
Por el mal estado de la malla vial también sufre el transporte público de pasajeros, porque en muchos sectores no ingresa por temor a los daños mecánicos que se puedan presentar a los vehículos.
“Hacia Aniversario es muy jodido hacer carreras porque la huecamenta es tremenda”, dijo el taxista Carlos Mario Jaimes.
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Nosotros hemos reclamado a la alcaldía la reparación de nuestras calles, con tutelas y derechos de petición, pero hasta la presente no nos ha dado respuesta ninguna alcaldía, aseguró el vecino de Torcoroma III, Freddy Cárdenas.
La cuadra donde vive este líder de Torcoroma une a su barrio con el Megacolegio que funciona en Aniversario II y por allí deben desplazarse los niños y el transporte público, sin embargo, “la apariencia que presenta es la de una trocha llena de huecos y peligrosa”, dijo Cárdenas.
El estudiante de Contaduría, Carlos Castro, afirma que la calle 2N que colinda con la universidad Francisco de Paula Santander, también llamada ‘la calle del Burro’, está fracturada y no representa seguridad para los conductores, “lo cual da una muy pésima imagen”.
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La telaraña de huecos no distingue de estrato ni de nivel social. En Colsag la calle 5 está convertida desde hace cinco años en una trocha, lo cual no se compadece con el impuesto predial que deben pagar las familias que viven en este sector estrato cinco. “Dentro de poco no vamos a poder transitar con nuestros carros”, dijo Adelaida Nieto, vecina de este sector.
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