Desde la Asociación de Desplazados de la Provincia de Ocaña (Asodepo), Daniela Coronel destacó la necesidad de que las víctimas de desaparición forzada encuentren también un espacio para sanar. “Frente al monumento Testigo del silencio, elevamos plegarias por la reconciliación de nuestros territorios”, señaló.
Las actividades continuarán durante toda la semana con foros académicos, encuentros comunitarios, acciones solidarias y un concierto por la paz programado para el sábado en la plazoleta de San Francisco. El domingo, la exposición de obras infantiles cerrará la programación como un símbolo del futuro que sueñan las nuevas generaciones.
El vicario general, presbítero Miguel Eduardo Durán, instó a la unidad de la institucionalidad nacional y al compromiso ciudadano para erradicar la violencia. “Debemos hablar un lenguaje común: la paz. Se trata de desarmar nuestros corazones y cultivar buenas intenciones que permitan superar las injusticias sociales”, sostuvo.
La conmemoración se enmarca en la Ley 95 de 1985, que fijó el 9 de septiembre como Día Nacional de los Derechos Humanos en homenaje a San Pedro Claver, reconocido por su lucha en defensa de los esclavizados en el siglo XVII.
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Para los líderes sociales y religiosos, la fecha es una oportunidad para reflexionar sobre la urgencia de poner fin a secuestros, asesinatos selectivos y desplazamientos que aún golpean al Catatumbo. También, para fortalecer el compromiso colectivo de respetar los derechos humanos y construir un país en el que la paz deje de ser una aspiración y se convierta en una realidad.
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