Al colapsar la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, dos exrepúblicas quedaron con el gran potencial nuclear, Rusia y Ucrania, esta última con más de mil ojivas nucleares.
En el maremágnum que siguió a la caída de la URSS, el reformista Yeltsin presidente de la nueva Federación Rusa ante el riesgo de inestabilidad de Ucrania en ese momento, le propuso a Ucrania respetar su independencia si entregaba el arsenal nuclear. Esa decisión contó con el apoyo de Occidente y Ucrania aceptó.
Le puede interesar: Solo con cédula de identidad pueden pasar los venezolanos a Colombia
La inestabilidad en realidad vino a la federación rusa y el giro de acontecimientos terminó llevando al poder a su primer ministro, un jefe de la temible policía secreta rusa, quien había adjurado del comunismo soviético. Resulto que en realidad era un personaje típico del estado soviético: radical, fanático de las tergiversaciones y la mentira, que solo respeta la fuerza, incapaz de incumplir acuerdos y enemigo de la democracia.
Ese perfil nos llegó a América Latina a través del castrismo cubano y de allí se irrigó a los socialistas criollos. Se ve vivo hoy además en Venezuela y Nicaragua y ya puso huevos en Chile, Perú y Colombia.
Las bodegas virtuales de la izquierda colombiana son el mejor ejemplo de la tergiversación y la mentira estilo soviético, al igual que el matoneo callejero. Y las Farc sin problema rompieron el acuerdo de paz soportado en una historia creada por el “progresismo” del incumplimiento del acuerdo por parte de Duque. Pero como la historia es tozuda la prueba de que ese cuento es chimbo es que a la segunda Marquetalia no los mató el ejército colombiano sino otros carteles de droga enemigos. Ahora quieren volver para que no los maten y les den prebendas. El crimen paga hoy en Colombia.
Occidente que después de la guerra fría cayó en un sopor “progresista” que hizo política de estado el apaciguamiento y esto lo aprovechó Putin para tomar acciones de fuerza. Se tomó Georgia y la península de Crimea y Occidente solo reclamó. Eso lo envalentonó y con la historia de los neonazis ucranianos y violando el acuerdo nuclear buscó desaparecer Ucrania apoyado en el mito de la invencibilidad del ejército ruso.
El mito de la invencibilidad del ejército rojo surgió en la Segunda Guerra Mundial cuya principal carga bélica cayó sobre ellos. Pero sin demeritar la valentía del soldado rojo al defender su patria, lo que hizo Stalin fue poner muchos muertos mientras los aliados los abastecían de todo, sin lo cual no habrían llegado a 1942. Por cada soldado alemán caído cayeron en promedio tres soviéticos; pero peor aún, por cada dos soldados soviéticos caídos murieron cinco civiles, en parte debido a la crueldad nazi y en gran parte en la insensibilidad estalinista ante el dolor de sus súbditos. Fue impactante para el mundo ver la indiferencia del régimen soviético a la muerte de sus hombres y mujeres de todas las edades.
Llamado a reservistas
Ese recuerdo es el que hace que hoy Putin busca llamar 300 mil reservistas, la gente huya de Rusia. Putin como buen emulo soviético busca carne de cañón. Ante el ataque ruso, Occidente, liderada por Alemania ya sin la prorrusa Merkel, apoyó sin reservas a Ucrania; a Biden le tocó taparse los oídos para no oír al mamertismo gringo y apoyar la alianza atlántica. En realidad antes de la Segunda Guerra Mundial Rusia había perdido la guerra de Crimea y la guerra con Japón y casi la pierde ante Finlandia a quién dejó sola Occidente. Después de la Segunda Guerra Mundial también perdió la guerra en Afganistán.
Pues bien otra vez como con Finlandia se le creció el enano, esta vez sí apoyado por Occidente. Primero fue la heroica defensa de Kiev que obligó a los rusos a volver hacia atrás a pesar del apoyo del estado títere de Bielorrusia que unió su destino al de Rusia y tendrá que enfrentar las consecuencias.
Consulte: Lluvias tienen en jaque a la vía entre Cúcuta y Pamplona
Hoy los ucranianos son los soviéticos de la Segunda Guerra Mundial abastecidos por Occidente y los rusos los nazis invasores, solo que los ucranianos si no quieren matar su gente en vano y usan la tecnología para este propósito. Y como entonces, después de resistir la ofensiva pasaron a la contraofensiva y liberaron la región de Kharkiv en el oriente de Ucrania.
Putin ante tal revés llamó a la guerra total logrando que los rusos se despertaran del cuento putinesco y empezó a tener oposición, pequeña pero creciente.
Referendo en Donbás
En otro juego de tergiversación izquierdista, para quienes las elecciones son solo una “forma de lucha” y de limpiarse las manos de sangre, un supuesto referéndum en regiones del Donbás ucraniano mostró que más del 90% de los ucranianos querían ser rusos. Esos porcentajes eran comunes en las “elecciones” en la Unión Soviética y en Cuba.
Obviamente ese resultado fue descartado por Occidente y Naciones Unidas con el veto de Rusia. En una puesta en escena grotesca, el 30 de septiembre de 2022 ante la cúpula militarista y oligárquica rusa se anexionó esas regiones que “serán rusas por siempre”, dijo.
El discurso según dijo un analista en The Guardian parecía más un insulto de un taxista furioso que el de un estadista.
En las siguientes horas de ese discurso las tropas ucranianas recuperaron en Donetsk, una de las regiones “rusas por siempre” desde el 30 de septiembre, la ciudad de Lyman y sus alrededores con el apoyo entusiasta de los votantes que tres días antes habían votado en más de un 90% por ser siervos de Putin. Y siguen avanzando hacia la recuperación de esos territorios putinianos.
Después de semejante cachetadón Putin seguirá amenazando con una guerra nuclear poniendo a los “progresistas” de Occidente (académicos y periodistas) a pedir medidas pacificadoras. La guerra nuclear es una guerra absoluta: si se lanza una bomba nuclear o todas, la respuesta será masiva. En cualquier caso eso hace ridícula la amenaza de Putin; en todo escenario Rusia desaparece, siguiendo una vez más el ejemplo de Hitler. Occidente no cayó en el miedo y sigue apoyando a Ucrania, que envalentonada va no solo por los territorios que ridículamente anexionó Rusia sino incluso por la pérdida Crimea.
En esa contraofensiva los ucranianos encontraron una fosa común con más de 400 cadáveres con tortura visible que ya tiene demandado a Putin ante la Corte Internacional de Justicia por Crímenes de Guerra. Durante los juicios de Nuremberg contra los jerarcas nazis, los abogados defensores de ellos mostraron una fosa común en la región de Katin en Polonia de militares polacos asesinados y con signos de tortura por el ejército rojo cuando Stalin, entonces aliado de Hitler, desmembraron Polonia. Los soviéticos obligaron a sus aliados anglo-franceses a descartar la acusación por no corresponder a lo juzgado, pero el caso quedó para la historia, que hoy parece vuelve a repetirse.
Ya los rusos están reaccionando contra Putin, pero si demoran mucho el daño de este sobre Rusia será irreparable. No es claro que si sacan a Putin (con los pies para adelante, al estilo soviético) el mundo haga borrón y cuenta nueva. Los países que eligen mal sus gobernantes pagan un precio muy alto, como lo empezamos a ver en Colombia.
Lea: Claves para construir una marca altamente atractiva en Colombia
¿Y qué pasa con los aliados rusos, China e Irán? Como el ejemplo cunde, Taiwán no se asustó a la demostración de fuerza de China, lo cual debe tener pensando a Xi. La relación China-Rusia siempre ha sido tirante. En el siglo XX porque la UJRSS se creía mucho más que China y hoy porque China es mucho más que Rusia. La razón es que el comunismo soviético con su perfil misionero de tipo religioso cristiano, viene de una cultura de cinco siglos basados en la fuerza y el comunismo chino de base taoísta con cinco milenios cree más en la paciencia y la socavación lenta del enemigo. Hoy Rusia, país pobre productor de materias primas depende casi absolutamente de la tecnológica China ante el cierre de Europa a los productos soviéticos, lo que lo hace una especie de súbdito y así empieza a mirar Xi a Putin. La China racional quiere manejar la geopolítica de manera menos temeraria sin dejar de fortalecer su poder militar. Más temprano que tarde Putin será un estorbo para Xi. Xi aprendió de Putin que los matones de barrio solo son bien vistos en América Latina. Y china sabe que incendiar el Corazón del Mundo en el Pacifico haría que la guerra en Ucrania se viera como una pelea callejera. Esa realmente seria la madre de todas las guerras con Europa, Asia y Norteamérica hasta el río Grande, involucrados. Xi no apoyará más a Putin en su aventura militar y se lo hará saber.
Aliados y OTAN
Irán, el otro aliado ruso hoy está políticamente unificado en el radicalismo islámico chiita y quiere acompañar a Rusia para lograr poder nuclear. Lo que pasa es que su vecindario es peligroso. Solo basta nombrar dos enemigos, la sunita Arabia Saudita y la Israel judía, listos para las que sean. Pero además ya empezaron las revueltas contra el regimen del moribundo ayatolá Alí Khamenei que crecen en intensidad en un estado radical. La lucha por suceder a Khamenei será dura lo cual agravará la delicada situación del regimen.
Los autócratas tienen el don de hacer realidad sus mentiras. El cuento que se inventó para atacar Ucrania además de por ser un regimen neonazi ucraniano es que ese país se quería unir a la OTAN y eso amenazaba la seguridad rusa. Pues bien el ataque a Ucrania trajo al juego a una Alemania por setenta años neutral, logró que Polonia se rearmara y que dos países tradicionalmente neutrales, Suecia y Finlandia hoy estén en cola en la OTAN. Pero además el ataque que marcó el rompimiento del acuerdo nuclear con Rusia hará que Ucrania busque armarse nuclearmente. Como dijo un funcionario ucraniano, si un día tuvimos armas nucleares las podemos volver a tener. Ahí si Rusia quedará rodeado de enemigos, su gran pesadilla. Y cuanto más demore Rusia en salir de Putin y su camarilla, más hace realidad la pesadilla, pues Putin olvidó la máxima que cuando yo atacó la casa de mi vecino, abro la mía a que la ataquen. Y para Occidente la oportunidad de disminuir el poder ruso es un bocado difícil de dejar pasar.
Los admiradores de autócratas como Putin o Alí Khamenei, con quienes Petro quiere “fortalecer” relaciones con el apoyo casi infantil de su extremista ministro de relaciones exteriores, deberían entender que un paso en falso convierte el triunfo en derrota.
Redacción
Manuel Guillermo Camargo Vega
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion