Ahí, donde solía pasar gran parte del día sentado, según relataron sus vecinos, fue donde acabaron con la vida del señor Luis Orlando Martínez Silva. El hombre quedó tendido en el andén de su casa tras recibir varios impactos de bala, a manos de un par de criminales que le dispararon sin piedad.
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La víctima, de más de 80 años de edad y descrita por los residentes del sector como una “leyenda viva del deporte”, fue protagonista del más reciente homicidio registrado en la ciudad. El crimen ocurrió sobre el mediodía de ayer, 30 de diciembre, en la calle 2N con avenida 7B, en el barrio Sevilla.
De acuerdo con algunos testigos, dos hombres a bordo de una motocicleta llegaron hasta el lugar, identificaron a Luis Orlando —quien vestía una camiseta naranja, un short negro y tenis del mismo color— y le apuntaron sin mediar palabra.
Acto seguido, apretaron el gatillo en repetidas oportunidades. Al menos seis disparos impactaron su cuerpo: un par en el pecho y otro en la cabeza, que selló su trágico destino.
Teco, como era conocido en el barrio, quedó tendido bocarriba sobre el andén, con las manos apoyadas en el pecho y la camiseta subida hasta la altura de los pectorales. Los vecinos apenas se asomaron para observar a los criminales huir del lugar y el cadáver del hombre frente a su vivienda.
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“¡Mataron a Teco!”, fue el grito que comenzó a recorrer las calles del barrio donde vivió casi toda su vida, al igual que su familia, y al que había regresado hace poco más de dos meses, luego de permanecer una temporada en Medellín.
Actualmente residía con uno de sus hijos, dedicado a la cocina, quien no podía creer lo sucedido. En una escena devastadora, se inclinó ante el cuerpo de su padre para despedirse por última vez, entre lágrimas y palabras de adiós.
La Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) fue la encargada de realizar el levantamiento del cadáver, ante la mirada de decenas de curiosos que crecieron en el barrio y veían en Teco a una figura cercana y querida.
El hombre se dedicó durante años a la carnicería, pero también era un apasionado del deporte, especialmente del fútbol. Tenía una última cita pendiente que no pudo cumplir: participar en un partido interbarrial contra un equipo de Carora, en el escenario que tantas veces pisó y cerca del cual encontró la muerte, la cancha de Sevilla.
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