El título de esta columna lo oímos todos los días, casi como le himno que apabulla a las 6 de la mañana y a las 6 de la tarde.
Lo dice el comandante de la policía, y el ministro. También lo dijo el guardabosques, y el Presidente. El Fiscal general lo grita.
Lo dicen todos, y lo han dicho todos, desde los tiempos remotos, como desde el Frente Nacional, creo.
Y lo dicen para calmar la sed del pueblo, del vulgo. Pero ellos, los que gritan, saben que nunca llegaran hasta el fondo.
Podrán llegar, sí, hasta unos metros antes del fondo; unos centímetros si es que estamos de buenas los colombianos.
Pero hasta el fondo, lo que se dice fondo, nunca han llegado, ni llegarán las famosas investigaciones.
Y digo que nunca llegarán por varias razones: La primera, es que casi nunca hay voluntad política para hacerlo. Desde la muerte de Gaitán, o de Uribe Uribe mejor, hasta los homicidios de Buenaventura. Nada se sabe. Parece ser que no quieren que se sepa.
Tampoco hay medios para investigar, pues los jueces, y los fiscales y sus policías, y el CTI son cuerpos estatales que funcionan adecuadamente para investigar los crímenes que se cometían en el siglo dieciocho.
Quizá diecinueve, pero no para hoy. Basta ver la respuesta de la policía cuando hay un atentado: se limitan a hacer el famoso “plan candado”, como si fuera posible cerrar capitales de 8 y 10 millones de habitantes, como Bogotá.
Y hacen retenes, en todas las intersecciones de los semáforos. Eso es todo. Por eso la impunidad ronda el 98%.
La frase se presenta en todas sus formas y variados pelambres. Algunos dicen que “llegarán hasta el fondo del asunto”.
Otros acuden a la fuerza de gravedad, para decir que “caerá el peso de la ley”, otro despistado nos entretiene diciendo que “caiga quien caiga, recibirá el castigo que corresponda”.
Otro más simpático vocifera “Llegaremos hasta las últimas consecuencias”.
Pero siempre llegamos hasta la penúltima consecuencia y la ley no cae con todo su peso, sino que flota; y caen algunos de los que deben caer, pero no todos. O, ¿es que ya se sabe quién fue el autor intelectual del atentado contra Vargas Lleras?
Pero lo grave no es que ellos lo digan. No. Lo grave, lo que nos tiene en el pantano en que estamos, es que nos creemos el cuento. Lo oímos por radio, y lo leemos en la revista, y el Twitter. Y luego de eso, continuamos con los rituales que la cotidianidad. Como si no importara que este año, el 2018, que aún no tiene 60 días, han matado casi 60 defensores de derechos humanos.
Ahora que lo pienso, el que no haya recursos para la investigación criminal ¿es corolario de que no haya voluntad para “llegar al fondo del asunto”, no?
Ahí vamos, comiendo dulce para esconder el hambre que tenemos. (Colprensa)