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La ‘hijuemadre’ envidia
Es un buen pretexto para recordar al actual procurador Gregorio Eljach y al doctor Pedro J. Medellín.
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Jueves, 10 de Julio de 2025

Las redes, las plataformas y los influencers son una vaina. Toda gira en derredor de las apariencias y, por ello, son relativos. Su credibilidad, por ejemplo, puede ser nula o exagerada. Su influencia, para bien o para mal, es perversa y preocupante por el efecto rodamiento del fenómeno de la bola de nieve, que, al producir poder, promociona, desnaturaliza y confunde marcas, religiones e ideologías, tornando lo confesional.

Es el caso del pobre Gregorio Eljach, nacido en 1959 en Fusagasugá, que es “rolo, mas no cachaco”, educado en el Valle del Cauca, especialista del Externado de Colombia.

Como todo es relativo, el presidente Petro ternó a Eljach para competirle a los candidatos de Vargas Lleras con burocracia y contratos, y todos entramos a la partija: godos, cachiporros y los revolucionarios congelados del Pacto Histórico. Vivir para creer.

Pero los Eljach, rolos o caribes, han sido un modelo de trabajo. Llegado a Puerto Colombia don Abraham Eljach, un judío de origen sefardí, en vigencia del Imperio otomano, llegó con sus hijos a nuestra costa Caribe en el siglo XVI, como fueron toda su vida: comerciantes y trabajadores infatigables.

Muy familiares, leales y solidarios, sensibles a la música y a la literatura.

En 1996, en nuestra seccional de la Universidad Libre, yo me desempeñaba como jefe de Área de Derecho Público y docente de Ciencia Política y Teoría General del Estado. Siendo amigo del ministro de Justicia Pedro J. Medellín, logré la autorización para invitarlo, y nos llegó con su asistente, el doctor Eljach, abordando el mismo tema que hoy manoseamos y manipulamos nueve años después: la ley de extinción de dominio con la politiquería.

Se trataba de la implicación, en caso de una sentencia condenatoria, de los bienes que pasarían a ser del Estado.

De paso, nos regaló a mí y a los alumnos de Primero A diurno un ejemplar de primera edición encuadernada que produjo la Imprenta Nacional en julio de 1996. Cada vez que la reparo, me reafirmo en que los artículos relativos a los derechos fundamentales, que conllevan tantas reformas, perversamente se redactaron con rendijas para que penetrara la incontable corrupción, lavando activos, con acciones populares y de grupos sospechosos, extradiciones condicionadas.

De paso, y por extraña paradoja, las relativas a la hacienda pública y la economía librecambista escasamente se modifican para adecuarlas a la geopolítica, que hizo que el mundo socialista se volviera neoliberal.

Es un buen pretexto para recordar al actual procurador Gregorio Eljach y al doctor Pedro J. Medellín.
Adenda: “La libertad política es la condición previa del desarrollo y del cambio social”. John F. Kennedy.


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