El fantasma de las minas antipersonales asusta a los habitantes de la región del Catatumbo, pues en muchas ocasiones niños y adultos, han caído en esas trampas mortales producto de la insensatez del hombre.
Como en ese episodio de la laureada película colombiana Los colores de la montaña, donde se muestra a varios niños intentando rescatar el balón de un campo minado, la realidad supera a la fantasía, en la escuela integrada de San Cayetano, jurisdicción del corregimiento de Mesitas (Hacarí), cuyo protagonista es el profesor Diomar Jesús Pérez Muñoz, quien perdió la pierna derecha utilizada para meter goles.
Este docente recuerda aquel fatídico instante a eso de las 12:30 del mediodía del 5 de febrero de 2019 durante la clase de educación física.
“Los niños esperaban con ansiedad que sonara el pitazo inicial y disfrutábamos de ese intercambio futbolístico, yo era defensa y distribuía el grupo de 18 estudiantes. Cuando la pelota salía del terreno de juego y rodaba hacia el monte dos o tres chiquillos corrían a traerla. Pero, en ese momento tuve una corazonada y les indiqué que iría por ella. A Dios gracias, no fue uno de ellos, porque viví una pesadilla”, agrega el maestro.
La pierna derecha, usada para eludir a los contrarios y conseguir anotaciones, en esta ocasión no pudo esquivar esa trampa mortal dejada por los grupos al margen de la ley para restringir los operativos militares sin importar la movilidad de los civiles.
En este caso no hubo cámaras, ni luces, pero sí la acción rápida y oportuna de los familiares, amigos y personal médico para amputarle parte de la pierna derecha y salvarle la vida, tras la explosión del artefacto.
En esta ocasión el protagonista, de 39 años de edad, no recibió galardones como se hace en el séptimo arte, el sonido ambiente de los pájaros se cambió por el insoportable ruido en el oído que lo acompaña durante el resto de su existencia y en las noches sufre de pesadillas como secuelas de la inexplicable guerra que se libra en la zona.
Incluso fue una lucha para obtener la pensión por invalidez y todavía el sistema de salud le adeuda la prótesis. “La que tengo actualmente fue una donación del Comité Internacional de la Cruz Roja, quienes me han brindado el apoyo”, indica el docente que regresó a la zona y todos los niños lo abrazaro n y quieren que el profe vuelva a la escuela a jugar con la pelota, pero es imposible.