El silencio del solar fue interrumpido por un llanto tenue, casi inaudible. Joel Amagez, un joven de Montería, caminaba por el lugar cuando escuchó el sonido. No lo ignoró. Siguió el rastro hasta encontrar una escena que marcaría su vida para siempre: una bolsa negra se movía entre la maleza. Dentro, una bebé recién nacida, aún con el cordón umbilical, abandonada entre la basura.
“Sentí que el corazón se me salía. Solo pensé en sacarla de ahí”, relató Joel, visiblemente afectado por lo que vio. Sin dudarlo, tomó a la bebé en brazos y corrió a su casa. Allí, su hermana, quien había dado a luz pocos días antes, la amamantó. Entre lágrimas, calor y leche materna, la pequeña volvió a respirar con fuerza.
Minutos después, Joel llamó a las autoridades. Una patrulla llegó junto a personal médico, quienes trasladaron a la bebé a un centro asistencial. Hoy, gracias a la rapidez y humanidad del joven, la niña está fuera de peligro.
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La historia ha conmovido a Montería y al país entero. En el barrio donde ocurrió el rescate, vecinos exigen justicia. “No entiendo cómo alguien puede hacerle esto a un ser tan indefenso”, dijo una vecina entre lágrimas.
Pero lo que más ha tocado los corazones es lo que Elmer dijo a los medios: “Si nadie la quiere, yo la cuido. Yo la crío como mi hija”.
Su acto no solo salvó una vida, también encendió una luz en medio de tanta indiferencia. Una historia que prueba que, incluso entre la basura, puede nacer esperanza.
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