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Sucesos
Madre asesinó a sus dos hijos y escondió los cuerpos en maletas durante cuatro años
Los cuerpos de los niños fueron hallados en 2022 dentro de maletas subastadas, cuatro años después del crimen; la acusada enfrenta una posible condena a cadena perpetua.
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La opinión
La Opinión
Martes, 23 de Septiembre de 2025

Nueva Zelanda vive un caso que ha estremecido a la opinión pública y reabierto un debate complejo sobre los límites de la salud mental y la responsabilidad penal. Este 23 de septiembre, un tribunal de Auckland declaró culpable a Hakyung Lee, de origen surcoreano y nacionalidad neozelandesa, por el asesinato de sus dos hijos, de ocho y seis años, cuyos cuerpos permanecieron escondidos en maletas dentro de una baulera durante cuatro años.

El crimen, conocido mediáticamente como los “asesinatos de las maletas”, salió a la luz en agosto de 2022, cuando una familia adquirió en subasta el contenido de un depósito abandonado. Al abrir dos maletas en su domicilio, encontraron los cuerpos de los pequeños Yuna Jo (8 años) y Minu Jo (6 años), vestidos y envueltos en bolsas plásticas. El hallazgo generó consternación nacional e indignación mundial.

El trasfondo del crimen

De acuerdo con la investigación, la tragedia se remonta a 2018, un año después de que el esposo de Lee, Ian Jo, falleciera a causa de cáncer. Desde entonces, la mujer, que tenía 43 años en ese momento, comenzó a aislarse de su entorno y mostró un marcado deterioro emocional. Según la fiscalía, en junio de 2018 suministró a sus hijos una sobredosis de nortriptilina, un medicamento antidepresivo, lo que les causó la muerte.

Tras el asesinato, ocultó los cuerpos en un depósito y viajó a Corea del Sur, donde cambió su nombre y cortó todo contacto con familiares y amigos. Durante años logró mantenerse fuera del radar, hasta que en 2022 fue localizada en un hospital por su propia madre, cuando recibía tratamiento psiquiátrico. Poco después fue arrestada y extraditada a Nueva Zelanda, en noviembre de ese mismo año.


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Un juicio marcado por la confrontación

El juicio contra Lee se extendió por más de dos semanas y puso en evidencia la confrontación entre la defensa y la fiscalía. La defensa, encabezada por Chris Wilkinson-Smith, sostuvo que la acusada sufrió un colapso psicológico tras la pérdida de su esposo, lo que derivó en un estado de alteración mental grave. “Era una madre normal, pero algo se quebró. Jamás habría hecho daño a sus hijos si no hubiera estado bajo ese estado”, dijo el abogado, en declaraciones recogidas por The Guardian.

Por el contrario, la fiscal Natalie Walker desestimó la tesis de la locura. Aseguró que Lee actuó de forma premeditada y con frialdad, motivada por el deseo de librarse de la carga de criar sola. “El acto de suministrarles la droga, ocultar los cuerpos, cambiar de nombre y huir al extranjero demuestra una planificación racional y consciente. Esto no fue un impulso irracional, fue una decisión calculada”, argumentó Walker ante el jurado.

Veredicto y posibles consecuencias

El jurado deliberó apenas unas horas antes de emitir un veredicto unánime: culpable de dos cargos de asesinato. El juez Geoffrey Venning ordenó que Lee permanezca en prisión preventiva hasta la audiencia de sentencia, fijada para el 26 de noviembre de 2025. Además, solicitó un informe psiquiátrico para evaluar su estado mental actual antes de dictar condena.

En Nueva Zelanda, la pena por asesinato contempla la cadena perpetua, con un mínimo de diez años de cárcel antes de poder acceder a la libertad condicional.

Repercusiones sociales y debate público

Más allá de la condena, el caso abrió un intenso debate en Nueva Zelanda sobre la capacidad del sistema para prevenir tragedias vinculadas con la salud mental. Mientras la defensa enfatizó la vulnerabilidad psicológica de Lee, la fiscalía insistió en que se trató de un acto egoísta y calculado.

Organizaciones sociales y expertos en infancia han señalado que la historia de Yuna y Minu pone de relieve la necesidad de fortalecer las redes de apoyo a madres en situación de vulnerabilidad, así como mejorar los mecanismos de detección de riesgos en el ámbito familiar.

El desenlace judicial no traerá de vuelta a los niños, pero sí deja una huella profunda en la memoria colectiva del país, que ahora enfrenta la difícil tarea de reflexionar sobre cómo balancear la compasión hacia las enfermedades mentales con la exigencia de justicia frente a crímenes atroces.

Con información de Infobae


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