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La no violencia, como escenario propicio para la resolución de conflictos
¿Somos violentos? ¿Por qué la sociedad colombiana carga con ese estigma? ¿Siempre respondemos con agresividad? ¿Por qué las vías de hecho desatadas en el país no nos conducirían a nada?
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Alianza Unisimon
Lunes, 31 de Mayo de 2021

Históricamente en nuestro país han surgido diversos conflictos que nos hacen cargar con el estigma de una sociedad violenta. No por menos, algunos departamentos están en las listas de lugares a los cuales países extranjeros recomiendan no visitar por seguridad: Norte de Santander y su zona del Catatumbo es uno de ellos.

La historia patria da cuenta de innumerables episodios de crisis, enfrentamientos y situaciones de violencia generalizada que no nos permiten salir, entre otras, de listados tan penosos como el más reciente reporte del estudio del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal de México el cual sitúa a Cúcuta entre las 50 ciudades más violentas del mundo durante 2020.

La percepción de seguridad en la capital nortesantandereana fue del 14%, de acuerdo con los resultados de la tercera medición de la encuesta virtual #MiVozMiCiudad, posición crítica en la cual acompañaron a la ciudad Quibdó (17%), Yumbo (17%), Bogotá (16%) y Buenaventura (15%).

Y a pesar de que Colombia no pasa por sus mejores semanas tras un largo paro nacional, situación que debilita aún más la seguridad –pues a diario se observan hechos de vandalismo, saqueos, bloqueos y muchas otras situaciones que agobian al país–, Cúcuta ha sido ejemplo de marcha pacífica, salvo uno que otro episodio de vándalos.

El hecho de que la ciudad muestre tranquilidad a pesar de la crisis y el descontento social, hace ineludible preguntarnos: ¿somos una sociedad violenta?

La directora del programa académico de Trabajo Social de la Universidad Simón Bolívar, Magali Alba Niño, descarta que los colombianos y en general las sociedades mundiales sean violentas, basada en conceptos académicos. Afirmó que “el error inicia cuando vemos a la sociedad desde un objeto unívoco de estudio… Lo social no es caótico, es problemático, pero no violento; los problemas que hoy han emergido esta crisis social en Colombia son históricos, sin respuestas estructurales; es por ello que debemos concebir la realidad social dentro del entramado político, social, económico y cultural”.

Con referencia a la violencia generacional, Alba Niño subrayó que el problema del país ha sido la negación a lo histórico. Por ejemplo, en relación con el paro actual “hemos escuchado de la gente que antes los paros no eran así, ¡y es esa la negación a lo histórico! La no existencia de memoria: ese es el verdadero problema”, aseguró.

“Hoy día vemos una asignación de responsabilidad o culpa muy grande para los jóvenes, y sí, ellos son los que más se encuentran en las calles, pero no los únicos… desde hace una o dos décadas, están trasladando responsabilidades a los y las jóvenes, y se puede analizar desde diferentes latitudes; una de ellas, la temporalidad, la historia nos ubica en la generación de 1968, la Séptima Papeleta”, añadió la académica.

Magaly Alba Niño y Andrés Llanos Cardona

Magaly Alba Niño, directora del Programa de Trabajo Social, Universidad Simón Bolívar y Andrés Llanos Cardona, secretario de Víctimas, Paz y Posconflicto  de Norte de Santander.

 

Se puede protestar sin ejercer la violencia

Según el secretario de Víctimas, Paz y Posconflicto, Andrés Llanos Cardona, la fórmula de cara al paro se hallaría en un concepto conocido como la no violencia, impulsado por el nobel de la paz Mahatma Gandhi, adalid de la lucha no violenta, principio de organizaciones internacionales mediadoras de conflictos y que precisamente busca otras formas de protesta diferentes a las vías de hecho.

Como se sabe, Gandhi logró no solo cambios importantes en la historia de su país sin usar la violencia, sino que logró vindicar los derechos humanos a la igualdad de raza, política, religiosa, entre otras, deslegitimando la violencia y promoviendo la paz mundial.

De hecho, diferentes autores denotan el poder de la no violencia, afirmando que radica no solo en que representa un desafío a la autoridad o al autoritarismo, sino en que fomenta la solidaridad entre gentes. Gandhi impulsó la negativa social de aceptar reformas tributarias, como aquella icónica marcha de la sal, en 1930, que se convirtió en uno de los más importantes acontecimientos que condujeron a la independencia de la India del Imperio británico.

“En sus formas contemporáneas la disrupción tiene una lógica más indirecta. En primer lugar, es la expresión concreta del grado de determinación de un movimiento. Al sentarse, levantarse o caminar juntos en el espacio público, los manifestantes ponen de manifiesto su existencia y refuerzan su solidaridad. En segundo lugar, la disrupción obstruye las actividades rutinarias de los oponentes, los observadores o las autoridades. Por último, la disrupción amplía el círculo del conflicto. Al bloquear el tráfico o interrumpir actividades públicas, los manifestantes incomodan a los ciudadanos, representan un peligro para la ley y llevan al Estado a un enfrentamiento”, como lo reseña la Universidad del Rosario en el libro ‘Acción Política no violencia, una opción para Colombia’, el cual plantea lo provechoso de la protesta no violenta al aflorar en los demás sentimientos como la solidaridad y el amor.

Como se ha visto, la protesta violenta es una acción manejable, pero la acción política no violenta, que se caracteriza por actividades como el paro, la no prestación de servicios, la no colaboración y no cooperación, constituyen una forma masiva más inmanejable e ingobernable que la violencia, lo cual conducirá a un diálogo social que ineludiblemente propiciará consensos.

Por todo lo anterior, Llanos dijo que la no violencia es ese escenario en donde la vida humana se comprende desde la perspectiva del máximo respeto por la dignidad fundamental de la existencia. “La no violencia es comprender que toda diferencia política, social, económica, religiosa y demás debe estar mediada por la capacidad del diálogo y discernimiento antes que otra acción”.

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