‘Prohibido olvidar’
Permanecen latentes en la memoria de los más antiguos habitantes de Urimaco los tiempos oscuros cuando los rezagos de la violencia habían hecho de su territorio un cementerio a cielo abierto.
Relatan locales que desde otra parte de la región traían los muertos y los arrojaban en la vía, cuando era un territorio desolado, y eran los residentes del caserío quienes debían convivir día a día con los olores putrefactos de los cadáveres y el tétrico panorama.
“También hubo una época en la que la basura de la ciudad la arrojaban aquí, eso los recicladores lo extendían para recolectar el vidrio, pero también se la comían los cerdos que criaban por esa zona”, expresó un habitante.
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Desde que parte del paso fue ocupada por el asentamiento humano La Prosperidad fue que los horrores que padecían a diario comenzaron a disminuir, hasta el punto de no volver a saber de algún muerto, hasta hace poco, luego de mucho tiempo.
“La entrada a la vía daba mal aspecto y mala imagen en temporada de fiestas, las bolsas hasta se nos venían a la cara cuando íbamos entrando”, dijo Miriam Barbosa, presidenta de la Junta de Acción Comunal (JAC).
También la fundación Termotasajero ha sido clave en el cambio de imagen de la entrada, gracias a la instalación de cestos donde ahora descargan las basuras; cada semana, la alcaldía envía un camión a recolectarlas.
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