La mayor parte de postes son tallos de madera. / Fotografías: Jorge Gutiérrez
“En este momento tenemos energía porque nos colgamos, no nos gusta hacerlo, quisiéramos pagar, porque la poca energía que nos llega debe ser distribuida a muchas familias que tienen hijos que estudian virtualmente. Hemos usado las figuras de derechos de petición, pero hasta ahora la respuesta ha sido de guardar reserva y esperar estudios”, explicó Quintero.
En la incertidumbre de la intermitencia, los habitantes no pueden conectar sus electrodomésticos con mucha frecuencia o cargar sus celulares.
La electricidad, en un vaivén rutinario, ha quemado en repetidas ocasiones televisores, celulares, ventiladores y neveras, lo que ha condicionado a las familias del sector a vivir de comprar a diario sus alimentos, pues no tienen forma de resguardarlos en su casa.
Una lucha interminable por progresar
Zenaida Matoré, madre de dos pequeños, lucha por conseguir una titulación de terreno y garantizar una educación a sus hijos, para tener oportunidades laborales con pagos dignos, en ocasiones frustrada concilia con profesores de forma extracurricular los trabajos o guías que deben hacer sus pequeños para aprobar sus asignaturas.
“Al momento de las clases, es bastante seguro que mis niños pierdan la conexión en vivo, menos mal los profesores entienden la situación, pero me da miedo cada que pongo a cargar el celular, ya se me han quemado varios. Aquí hay que hacer de todo, comprar el agua, rezar porque la energía sea constante y buscar como sea el alimento para mi familia. Estamos cansados”, manifestó Zenaida.