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El precandidato recorrió La Parada y las inmediaciones del puente internacional Simón Bolívar y posteriormente estuvo en el parque Lineal del centro de Cúcuta, una zona álgida por sus problemas de seguridad y movilidad.
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Durante su visita de dos días al departamento La Opinión conversó con el economista y también excandidato a la Alcaldía de Bogotá, sobre su trabajo político, algunas de sus propuestas, la frontera y de su vida.
¿Por qué quiere ser presidente?
Porque solo nos quedan 25 años para evitar ser un país viejo, pobre e informal. Necesitamos pensar en el futuro, dejar los odios del pasado, que siempre han sido el argumento en todas las elecciones.
Cuatro años como director del DANE, luego se lanzó a la Alcaldía de Bogotá y llegó al Concejo de la capital, al que renunció 16 meses después, ¿no cree que va muy rápido?
No, no se trata de los momentos de uno en la política, sino de los momentos del país; y hoy el país requiere de una propuesta sensata para gobernarlo y de liderar estas agendas de cambio que quiere la gente. Esa oportunidad que me dio el DANE, de conocer al detalle todos los problemas de Colombia, se convierte en un activo clave para pasar de los problemas a las soluciones.
¿Cómo aplicaría el aprendizaje del Consejo de Bogotá?
Es un complemento valioso a la experiencia del DANE para llegar a gobernar, porque me permitió conocer la política desde el control político, que necesita más voz y ser más incidente en el diseño de políticas públicas, tanto a nivel nacional como local.
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¿Cuál sería su primera decisión como presidente?
Ponerle punto final a la ‘Paz total’ que ha liderado el presidente Gustavo Petro, porque meter en un solo cajón las políticas de seguridad, de justicia y de paz lo que ha llevado es a una subordinación de la fuerza pública, emitir salvoconductos a delincuentes y para darse abrazos con el presidente.

En Cúcuta, 6 de cada 10 empleados son informales, ¿cómo luchar contra este flagelo?
Haciendo visible lo invisible. El 14% de los vendedores ambulantes en Colombia acepta las billeteras digitales (Nequi y Daviplata) y el uso de las llaves Bre-B. Necesitamos que la masificación de pagos digitales sea una realidad para visibilizar el flujo de caja de los puestos ambulantes y facilitar el acceso a crédito barato, y no el ‘gota a gota’, con tasas de 362% anual.
Precisamente, usted dijo que vio en el centro de Cúcuta a unos cobradores ‘gota a gota’, ¿cómo acabar ese crédito informal?
Dándole a la informalidad una luz para que el Estado sepa quiénes son esos vendedores de chancletas o de pasteles de garbanzo que tienen suficiente liquidez para pagar una cuota de crédito razonable y no tasas del 20% diario.
¿Cómo ve a Cúcuta?
Cúcuta es la apuesta para demostrar que los problemas del país se deben a la ausencia del Estado. Por estar peleando desde oficinas lujosas de Bogotá, sobre cuál posición tomar en relación con Venezuela, se ha desconocido la realidad social y económica de lo que vemos aquí. Preocupa muchísimo el problema de habitantes de calle, la informalidad tan desestructurada basada en un comercio de chancletas, muñecos, pijamas… y sobre todo, el abandono de las vocaciones productivas manufactureras y agroindustriales.
¿Hay algo en particular que acreciente esa preocupación?
Me preocupa la mezcla explosiva de informalidad laboral con alto desempleo en personas mayores de 55 años. Esa exposición geopolítica de Cúcuta a lo que pasa en Venezuela la ha hecho sobredependiente del comercio, lo que trae consigo la falta de capacidad industrial.
¿Y qué es lo que más valora de la ciudad?
Lo que más valoro es que, a pesar de las dificultades y que del otro lado hay una dictadura, Cúcuta tiene una visión pragmática que busca desarrollo, paz, seguridad y espacio público.
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¿Cómo va a manejar las relaciones con Venezuela, si es presidente?
- Primero, se haría el retiro de nuestra representación diplomática en Venezuela, ya que Colombia no reconoce dictaduras. Sin embargo, se pueden establecer mecanismos de cooperación comercial.
- Segundo, alinear la voz de Colombia en el multilateralismo y en el respeto del Derecho Internacional para permitir que haya un bloque político y diplomático que permita el retorno a la democracia en Venezuela.
- Tercero, alinear esta conversación con Estados Unidos, porque sabemos de los intereses en su lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, de resolver a la fuerza el problema de Venezuela, pero creemos que esa solución, si llega a suceder de aquí al 7 de agosto de 2026, va a traer un plan de reconstrucción económico y social de Venezuela en el que Colombia tiene que ser un actor clave.
¿No se parece a la política que manejó el presidente Iván Duque, con su cerco diplomático?
No, no me parece que el multilateralismo haya sido el proceso con el que se haya manejado esto. Creo que cerrar la frontera o que se dé un cierre por parte de Venezuela no es el camino. Hay que ser pragmáticos. Ese escándalo que le genera a muchos la creación de la Zona Económica Binacional ya existe. Desde Maicao salen camiones de 3 millones de dólares diariamente llenos de alimentos a Venezuela, que no pagan el arancel de salida porque es un amigo de Colombia.
¿Las relaciones económicas tienen que ir por una línea y las diplomáticas por otra?
En este caso sí y se puede. Hoy está pasando eso con Estados Unidos: las relaciones diplomáticas están muy fragmentadas por el capricho de los presidentes Petro y Donald Trump, pero las relaciones económicas están en un marco de confianza, a pesar de la amenazas de Trump de castigar a Colombia con aranceles.

¿Qué hay para el Catatumbo?
Ya tuvimos dos visitas al Catatumbo en esta campaña. Lo primero es la llegada contundente de la Fuerza Pública. En paralelo, debe volver el Estado con los programas de desarrollo agroalimentario, sociales, infraestructura educativa y de salud, y la construcción de esa doble calzada para el transporte del coque, fundamental para fortalecer la industria del acero.
Juan Manuel Santos, economista; Iván Duque, abogado con experiencia en entidades económicas; y Gustavo Petro, economista. ¿Son los economistas los más idóneos para gobernar?
La capacidad para gobernar Colombia se puede adquirir desde diferentes perspectivas y no hay que descalificar. Pero para mí, la visión de la economía como una ciencia que administra recursos limitados y que busca óptimos, teniendo en cuenta restricciones, es una herramienta fundamental para gobernar un país como este.
¿Petro es un buen economista y un mal presidente o un mal economista y un buen presidente?
Es un mal economista y un mal presidente. La economía tiene un marco ético, en donde nosotros nos ponemos al servicio de la sociedad. El egoísmo y la vanidad del presidente Gustavo Petro no le han permitido entender cuál es el servicio que se le debe prestar a Colombia y escuchar las necesidades que los colombianos quieren que se resuelvan.
¿Va como independiente hasta el final o ha pensado en alianzas?
Estamos recogiendo firmas hasta el 17 de diciembre. Entre el 17 de diciembre y el 31 de enero tomaremos una decisión, en la medida en que los escenarios de convergencia tengan un propósito claro. No queremos formar parte de escenarios de convergencia que sean simplemente darle en la jeta al otro.
¿Se siente molesto cuando le dicen nerd o gomelo?
No, para nada, eso es lo que soy. Uno tiene que ser auténtico en la forma en la que proyecta la vocación de servicio en la política. La gente está encontrando el lado amable de dejar los estereotipos y reconocernos tal como somos.
¿Qué aprendizaje le dejó el bullying y la discriminación que sufrió?
La disciplina. Es lo que yo le agradezco muchísimo a esa situación adversa, porque no ser escuchado me llevó a ser riguroso en el trabajo.
¿Está Colombia preparada para tener un presidente de la comunidad LGTBIQ+?
Una cuarta parte de la población no, pero tres cuartas partes sí, y tres de cuatro es mayoría. Así que sí tenemos la posibilidad de que eso suceda.
¿Su mayor miedo?
A que no me crean. En este país tan desconfiado la gente no quiere creer. Estoy en una carrera política que busca que me crean, que entiendan que hay una vocación de servicio para resolver los problemas sin distinción de ideología, orientación sexual, género o condición de ingresos.
¿Cuál ha sido su mayor fracaso?
No siento que haya fracasado en mi vida. Todo lo que me he propuesto lo he logrado, a veces más rápido, a veces más tarde, pero siempre se aprende.
¿Cuál es su mayor sueño?
Ser presidente de Colombia y lograrlo en este periodo tan importante, porque solo nos quedan 25 años antes de que la transición demográfica nos convierta en un país viejo, pobre e informal.
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