La intuición de madre no falló. El presagio que tuvo Luzenith Correa de que algo malo le había ocurrido a Jhonatan Castilla Correa, de 26 años, dio paso a la tristeza de la que ahora, ella se resiste a superar, tras conocer el asesinato del mayor de sus tres hijos.
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“Siento que la vida se me acabó. Él era mi muchacho, el que siempre me acompañaba y estaba pendiente de mí”, dijo Luzenith, mientras esperaba que le entregaran el cadáver para llevarlo a Pelaya (Cesar), de donde era oriundo Jhonatan.
Las interpretaciones de reguetón, el género preferido de Castilla y los constantes ensayos para fortalecer su grupo musical serán echadas de menos por sus familiares.
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El joven pasaba sus días entre las presentaciones musicales en reuniones de amigos y la venta de comida, para rebuscarse el dinero.
Trabajaba en una discoteca como animador y no desperdiciaba ningún momento para ensayar sus canciones.
Sin embargo, el rastro de la violencia ya había llegado anteriormente, cuando, al parecer, intentaron robarle una motocicleta en el Cesar.
Desde que le dispararon no pudo seguir trabajando como lo hacía antes, por eso, su mamá decidió volverlo a llevar a Tibú, donde pasaron los últimos 9 años.
Jhonatan Castilla dejó una hija con la expareja sentimental, con la que convivió en Pelaya.