La explosión
Eran cerca de las tres de la tarde del pasado lunes festivo, 13 de octubre, en una pequeña casa verde sobre el margen de la vía El Zulia – La Ye de Astillero, Homero estaba preparándose para inflar algunos neumáticos de dos vehículos de carga que habían parado allí, para solicitar asistencia.
El hombre, de 60 años aproximadamente, encendió el compresor, ubicado en la parte externa de la casa, junto a la pared frontal y lo dejó quieto durante dos minutos. Entonces, atacó la tragedia, pues al acercarse a revisarlo, el instrumento estalló.
En los alrededores estaban Homero y su ayudante, mientras a un par de metros de distancia estaban los dos conductores de los vehículos y a un costado de ellos, un residente del sector, quien miraba a la carretera.
“La gente dice que sonó durísimo, pero yo no escuché, sentí fue la vibración y lo vi caer en el suelo, voló casi dos metros al frente, el pie le quedó vuelto nada”, narró uno de los testigos.
La violencia del estallido fue tal que incluso derribó una decena de ladrillos de la casa, y separó un pedazo de la pared derecha. El ayudante también salió propulsado, incluso por encima de algunos neumáticos viejos apilados en la zona, y cayó sobre la tierra con algunas lesiones menores.
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Los muleros recibieron solo laceraciones menores, por algunos de los pedazos de metal que salieron volando, por lo que no revistió gravedad para ellos, destino muy distinto al de Homero.
Pues el hombre quedó tendido sobre su costado izquierdo, con uno de sus pies gravemente afectados, aunque esa no sería su causa de muerte. Por debajo de su cabeza se empezó a asomar una mancha roja, era sangre y provenía de su cuello.
El estallido del compresor deformó su estructura, y una de sus partes, al estallar, expuso una zona metálica afilada, que alcanzó a cortar a Homero, en medio de su caída.
La muerte no fue instantánea, pero nadie le brindó ayuda, algunos vecinos se acercaron, pero solo para ver y grabar, mientras alertaban a las autoridades, que llegaron bastantes minutos después, cuando la pérdida de sangre ya era demasiado grave.
A pesar de trasladarlo al hospital municipal, no pudieron hacer nada para salvarle la vida y se confirmó su fallecimiento. En el centro asistencial, atendieron a los otros tres heridos, dos de ellos sin revestir gravedad, mientras que el ayudante sí necesitó asistencia más profunda, pero sin ver su vida en riesgo.