Ni siquiera el riendazo del alcalde de El Zulia, Elkin Caballero, a la comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc), coronel Sandra Mora, sirvió para que se frenaran los hechos violentos en ese municipio.

Un nuevo ataque sicarial generó consternación en la comunidad zuliana, que lamenta la pérdida de un hombre, al que apreciaban por su don de servicio. Una muerte que, al parecer, habría sido por una equivocación.

El pasado jueves a las 4:40 de la tarde, el resonar de las balas irrumpió la tranquilidad en la avenida 6 entre calles 0 y 1 del barrio Pueblo Nuevo. El asesinato de Víctor Manuel Moreno Romero causó momentos de angustia tanto para la familia como para los residentes de la zona.

“Yo estaba adentro acostada cuando escuchamos plomo y luego a una mujer gritando que le habían matado al hermano. Ahí salimos a ver qué había pasado y eso fue terrible”, comentó una vecina.

La escena de dolor quedó registrada en algunos videos de teléfonos celulares. El llanto desgarrador de una mujer junto al cuerpo ensangrentado de su hermano, tendido en el piso, fue abrumador.

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Todos los vecinos, reconocieron a Víctor y corrieron a auxiliarlo. Inmediatamente llamaron a la Policía que llegó al sitio en una patrulla, en la que lo trasladaron al Hospital Juan Luis Londoño de ese municipio del área metropolitana, a donde llegó sin signos vitales.

“Ese muchacho era una gran persona en este barrio. Aquí lo queríamos mucho, en lo que él pudiera nos ayudaba, trabajaba en lo que le saliera, era muy echado para adelante. A él lo mataron por equivocación (…)”, afirmó otro conocido de la víctima.

La noticia fue devastadora para la familia Moreno Romero, quienes exigen a las autoridades que se haga justicia por la muerte del hombre, de 36 años, pues según ellos, no le hacía daño a nadie ni había recibido amenazas.

Lo mataron por error

Esa tarde, Víctor estaba recién bañado, se sentó a descansar en una silla y encendió el televisor, dándole la espalda a la calle. Con lo que no contaba es que en la esquina, el sicario, que se movilizaba en una motocicleta, lo estaría esperando.

Dos minutos después, el pistolero se acercó a la víctima y le habría preguntado por uno de sus hermanos. “Víctor le dijo que estaba ahí adentro y lo llamó, pero cuando Mauro salió, reconoció al sicario y se escondió. Ahí fue cuando el tipo sacó el arma, pero Víctor se metió y lo mató fue a él”, relató un testigo.

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Al parecer, el sicario habría empezado a disparar a diestra y siniestra, propinándole ocho balazos a Moreno, dejándolo tendido en el suelo gravemente herido. Luego, se montó en su motocicleta y huyó.

Al escuchar los tiros, la hermana de Víctor salió y encontró la desgarradora escena, por lo que empezó a pedir ayuda “mataron a mi hermano”, repetía una y otra vez desesperada.  

Un gran ser humano

Los familiares y vecinos de la víctima coinciden en que era un buen ser humano. Cuentan que el hombre, de 36 años, se dedicaba a la fumigación de arroz pero, también era ayudante de camioneros.

“Un muchacho que siempre fue dispuesto a colaborar, nunca nos decía que no a cualquier favor que le pidiéramos. Es injusto que esas cosas le pasen a gente tan buena como él, mientras que los bandidos siguen por ahí sueltos”, reclamó una residente del barrio.

Según algunas versiones de los vecinos, Víctor Manuel siempre daba la vida por su hermano, incluso, era quien intervenía cuando se presentaba algún incidente.

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“El hermano si es como complicado, se vivía metiendo en problemas y Víctor lo sacaba de todo. Lo defendía a capa y espada porque para él, su familia lo era todo”, concluyó la mujer.

Otro hecho de violencia reciente

El pasado 20 de febrero, cuatro días atrás de la muerte de Víctor, se registró otro ataque violento en el mismo barrio, en el que resultaron heridos Rubén Darío Roa León, de 23 años; Sergio Luis Romero Rondón, de 34 años, y Jorge Eliécer Posada Cadavid, de 34.

Tres encapuchados y armados habrían llegado hasta una vivienda, disparándole a las víctimas, quienes quedaron lesionadas y fueron trasladas al centro hospitalario, en donde se recuperan de sus heridas.

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