Después de 25 años de carrera, la voz de Adriana Bottina sigue cargada de autenticidad, coraje y búsqueda. Su regreso musical no es silencioso: llega con metales, con banda, con tololoche y una interpretación desgarrada que parece salir del pecho de todas las mujeres que alguna vez se tragaron las lágrimas por amor.
‘Peor que Sinvergüenza’, su nuevo sencillo, es más que despecho; es resistencia, es darse cuenta, es no repetir la historia.
En esta entrevista con La Opinión, la cantante vallecaucana reveló lo que hay detrás de este lanzamiento, su historia como pionera femenina de la música popular en Colombia, su paso por la actuación y la fuerza que encontró en México para transformar su sonido.
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–‘Peor que Sinvergüenza’ es un grito de dignidad en medio del dolor. ¿Qué historia personal o ajena encendió la chispa creativa de esta canción?
Estamos en un tiempo donde todos hablan de mujeres empoderadas, y yo no sé si eso esté un poco desgastado. Pero más allá de hacernos las duras, las verracas, una traición duele. Esta canción no habla de un “sinvergüenza” que lo hizo una vez: este lo hizo muchas veces, y ahí es donde ya no estamos hablando de empoderamiento, sino de amor propio.
De decir “no voy a volver a caer”. Ya pasé por ahí, perdoné, volví, sabiendo que eso no iba a cambiar. Por eso es peor que sinvergüenza.
–Fuiste pionera entre las voces femeninas del género popular. ¿Sientes que abriste camino a punta de terquedad o que el género te estaba esperando desde antes?
La música popular me estaba esperando. Desde que di mis primeros pasos, mi papá me decía: “Usted no es de por ahí, usted es para cantar rancheras”. Yo luchaba con eso, pero siempre terminaba volviendo a lo mismo. Me prometí no volver a ser terca… aunque a veces cuesta. Pero el tiempo me ha dado la razón: la música popular es mi casa.

–La decisión de dejar la actuación para dedicarte de lleno a la música fue valiente. ¿Te arrepentiste alguna vez? ¿Hay una actriz dormida en ti?
Amo la actuación, pero la vida no da para enfocarse en todo. Elegí quedarme con mi primer amor: la música. En cada presentación puedo actuar, interpretar, vivir un personaje.
Cerré ese capítulo, me dio mucha paz. Si hoy me invitan a actuar sería algo pequeño, puntual. Voy, lo disfruto, pero chao. Mi visión, mi energía, está en la música.
–En México encontraste nuevos sonidos y formas. ¿Qué te enseñó esa experiencia que no te habían dado las tarimas colombianas?
Yo vengo del pop rock, y siempre se trabaja con formatos básicos. Pero cuando llegué a México y fui a una feria donde tocaban bandas sinaloenses, me voló la cabeza. ¡Era impresionante! Bandas enormes con clarinetes, trompetas, trombones, doble percusión, teclados… y sonaba tan poderoso que me quedé fascinada.
Yo, que siempre he sido solista, me sentí acompañada por primera vez. Empecé a experimentar, me traje músicos de allá, probé con el público colombiano y la reacción fue increíble: conecté con mujeres y también con hombres. Fue un momento revelador.
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–¿Cuántos músicos te acompañan actualmente en escena?
Somos 19 en total. Estamos integrando elementos mexicanos sin perder nuestra identidad colombiana. Por eso usamos el término Regional Colombiano. Con esta banda me siento fuerte en el escenario, poderosa, acompañada.
–¿Ya tiene videoclip este nuevo sencillo?
Sí, lo grabamos en Bogotá. La idea era representar ese momento después del show, cuando ya no queda mucha gente, solo los músicos y los amigos más cercanos. Ese remate de fiesta donde las emociones siguen a flor de piel, sin el brillo del escenario, pero con la verdad intacta.
–Empezaste en el pop siendo adolescente. ¿Qué le dirías hoy a esa Adriana que llegó a Bogotá llena de sueños… y sola?
Le jalaría las orejas por terca (risas). Pero también la abrazaría. Entiendo que la terquedad es parte de la juventud.
Yo aposté por el rock, por el pop, aunque en el fondo sabía que no era mi camino. Intenté muchas veces llegar a Rock al Parque, y no se dio. Mientras tanto, mi papá me llevaba a cantar con Las Hermanitas Esmeralda, aprendí rancheras y norteñas a regañadientes, y terminé usando esas canciones años después, cuando me ofrecieron actuar en una novela y me pidieron una canción popular. Recordé ‘Gaviota Traidora’, la canté… y me quedé con el papel.
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–¿Así llegaste a la actuación?
Sí. No quería ser actriz, pero estaba sin trabajo. Me dijeron: “¿Sabe actuar?” y respondí: “¡Sí!”. Mentira piadosa, pero me aferré a esa oportunidad. Estaba en Bogotá, sola, durmiendo en una colchoneta, sin agua ni luz, y necesitaba sobrevivir. Después vinieron los cursitos, las oportunidades. Años después, grabé las canciones de Rosario para ‘La Hija del Mariachi’, y sentí que era el mejor homenaje para mi papá. Lloré mucho en ese estudio. Me reconcilié con esa terquedad juvenil. Entendí que tenía razón.
–Y entonces llega ‘Nadie es eterno en el mundo’…
Sí. Esa novela me dio la estocada final para quedarme definitivamente en el género popular. Era un corte con todo lo anterior. Ahí conocí a ese público maravilloso, recibí consejos de Darío Gómez, como “No hay público pequeño”.
Eso me marcó. Cantar esas canciones me ubicó. Me di cuenta de que ya no era la del pop ni del rock: era la Bottina de la música popular.
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–Volviendo a Peor que Sinvergüenza, ¿sientes que las mujeres aún cantan desde el dolor o ya también lo hacen desde el poder?
Creo que cantamos desde el dolor porque es nuestro canal para hablar de lo que nos niegan. No es solo tristeza; es también fuerza. Nos han hecho creer que somos frágiles, que no podemos con ciertos trabajos, que debemos conformarnos. Y no es así.
La canción no busca mostrar poder por competir, sino capacidad, esa agudeza que tenemos las mujeres para resolver, para enfrentar la vida.
No soy feminista radical, creo en el equilibrio, en el trabajo conjunto. Pero sí reconozco que nos toca cantar fuerte, porque el mundo sigue siendo machista. Necesitamos nuestros himnos.
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–Después de esta canción, ¿qué sigue para Adriana Bottina?
Sigo en gira con El Show de la Bottina, con mi banda completa. ‘Peor que Sinvergüenza’ es la primera canción de esta nueva etapa, pero ya viene la segunda. Estoy en laboratorio musical, probando, mezclando, entendiendo qué quiere y necesita mi público.
Quiero llevar esta música a nuevos escenarios y seguir honrando lo que soy: una mujer que canta con verdad.
A sus 47 años, Adriana Bottina no solo demuestra que la música popular tiene nombre de mujer; construye un camino que hoy inspira a nuevas generaciones.
Su voz sigue siendo una mezcla de fuerza y ternura, de historia y presente, de despecho y coraje. Y con ‘Peor que Sinvergüenza’, vuelve a recordarnos que las heridas pueden doler… pero también pueden cantar.
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