

En la última visita a Ocaña el presidente Gustavo Petro hizo referencia al Conpes, palabra que para Norte de Santander y el Catatumbo en el pasado resultó que algunos de esos documentos no pasaran de ahí, al quedarse engavetados.
Petro anuncia que el Pacto Social del Catatumbo tendrá que pasar por la instancia del Consejo Nacional de Política Económica y Social para garantizar los recursos de vigencias futuras que requieren las obras y programas previstos.
La región debe tener los oídos abiertos y los ojos despiertos para que esa definición dentro del respectivo documento no terminen siendo palabras que se lleva el viento y en anunciados que luego terminen conduciendo hacia un Pacto incumplido.
En frustraciones como esas el Catatumbo no puede darse el lujo de volver a caer. Sería desastroso. Los habitantes de los municipios de la subregión han sufrido suficiente violencia, olvido y abandono, y por eso les llegó el momento para exigir y estar atentos para que lo prometido les permita construir ese futuro de progreso que siempre han esperado.
Son por lo menos seis billones de pesos los que se requieren en inversiones para que todos los componentes del citado plan terminen por construir la transformación de aquél territorio que ha estado signado por el conflicto interno, durante varias décadas.
Es indispensable que se ponga en primera línea la infraestructura vial que requiere para su conexión con el resto del país y para que los productos puedan salir hacia los centros de consumo, así como los proyectos de educación, salud, la agroindustrialización de la región y la puesta en marcha de planes de inversión social para ayudar a superar las necesidades de diversa índole que afectan a la población.
El Catatumbo, así como se encuentra hoy entre los lugares con datos históricos de crisis humanitaria y de altos niveles de violencia, como la que se registra desde mediados de enero del presente año por la guerra entre el Eln y la disidencia de las Farc.
Lo que se esperaría es que hoy dicha zona de Norte de Santander entrara, también, a la historia, por un crecimiento nunca antes visto en la asignación y ejecución de recursos económicos y en la materialización de obras y el desarrollo de programas.
Lo único cierto es que si las carreteras prometidas, la pavimentaciones anunciadas, los planes de sustitución de cultivos, el impulso real al fomento de la agricultura y todos los anuncios hechos no se cumplen o se quedan a medias y luego se apagan, la crisis será de peores consecuencias.
Una forma de alcanzar la paz es la presencia permanente del Estado en cada centímetro cuadrado del Catatumbo con una institucionalidad comprometida con la comunidad, para que en los tiempos programados el Pacto Social con esa área dibuje un escenario absolutamente diferente al actual.
El poder transformador debe impulsarse para de esta manera ganarles la batalla a los factores generadores del conflicto y sus economías ilegales de la cual se alimentan. Un próspero Catatumbo es la opción para que sus habitantes pasen la página de un conflicto sin fin hacia un progreso sostenido.
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