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Economía
Zona binacional con Venezuela agita el ambiente preelectoral en Colombia
Expertos consultados por La Opinión alertaron sobre la falta de sustento técnico, la ausencia de concertación territorial y el riesgo de que el memorando se quede en el papel.
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René Mora Vicuña
Viernes, 25 de Julio de 2025

La firma del memorando de entendimiento para crear una zona de integración fronteriza entre Colombia y Venezuela desató una avalancha de reacciones que no cesa y, lejos de disiparse, promete intensificarse con la contienda electoral que se avecina.

Alfredo Saade, jefe de gabinete del presidente Gustavo Petro, encendió la polémica al declarar que el acuerdo firmado con el país vecino representa un sueño de integración: “Venezuela es un socio comercial que necesitamos”.

 Mientras el Gobierno nacional lo calificó como “el inicio de un sueño”, expertos, opositores y exfuncionarios alertaron sobre la falta de sustento técnico, la ausencia de concertación territorial y el riesgo de que el memorando quede en el papel.

Ronal Rodríguez, vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, recordó que estos procesos no son nuevos y que el momento elegido responde más a una intención política que a un plan viable.

Recordó que, en los años 2000, bajo el marco de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), se avanzó en un proyecto de integración fronteriza con equipos técnicos y soporte jurídico sólido.

“Todo ese esfuerzo se vino abajo cuando Venezuela abandonó la CAN. Desde entonces, las relaciones han sido débiles, sin institucionalidad”, explicó Rodríguez a La Opinión.


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El académico e investigador explicó que la narrativa actual carece de una estructura técnica real. “Más que un proyecto estructurado, esto parece una construcción ideológica desde Caracas y Bogotá”.

Incluso comparó el momento actual con escenarios anteriores marcados por tensiones políticas. “Durante los gobiernos de Álvaro Uribe y Hugo Chávez se entendía la importancia de la frontera, a pesar de las diferencias ideológicas”.

Rodríguez señaló que hoy no se cuenta con una Venezuela con capacidad de inversión, sino con un país empobrecido, sumido en una crisis humanitaria y un liderazgo colombiano sin preparación para este tipo de negociaciones.

Desde su perspectiva, la zona de integración anunciada no tiene cronograma, ni ruta crítica, ni actores técnicos claramente identificados.

“Está en manos de personas como Armando Benedetti y Alfredo Saade, lo cual le resta seriedad. Esto debería estar liderado por alguien con experiencia, como Germán Umaña”,

A pesar de las críticas, Rodríguez defiende el concepto de integración como herramienta para el desarrollo regional. “La frontera colombo-venezolana es una de las más dinámicas del mundo. Necesita instrumentos binacionales para enfrentar la informalidad y los grupos armados que ocupan los vacíos estatales”.

Sin embargo, advirtió que, sin condiciones mínimas de confianza institucional, este tipo de proyectos son inviables. “Mientras se mantengan estructuras como la boliburguesía y no haya garantías claras, hablar de zona binacional es más un discurso vacío que una política pública seria”.

Genera suspicacias 

Desde el Congreso de la República, el senador Ariel Ávila también se pronunció. Aunque reconoció que el memorando genera suspicacias, negó que implique pérdida de soberanía nacional.

“Es un mecanismo de articulación, no una cesión de control. Existen figuras similares entre países como Canadá y Estados Unidos para facilitar comercio, movilidad y seguridad en zonas de frontera”, afirmó en red social.

El politólogo recordó que Colombia y Venezuela comparten una frontera de 2.219 kilómetros, por donde circulan diariamente personas, bienes y grupos ilegales.

“El comercio bilateral ha llegado a superar los 2.000 millones de dólares. Se necesita coordinación para enfrentar fenómenos como el crimen transnacional”, dijo en su red social.

Ávila admitió que los obstáculos son grandes y que la corrupción en Venezuela es un problema serio, y que Colombia también tiene debilidades. “Sin confianza institucional, compartir información de seguridad es arriesgado”.


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El senador rechazó los señalamientos sobre supuesta cogobernabilidad y dejó claro que colaborar no es renunciar a la soberanía y que este tipo de acuerdos ordenan la frontera y protegen a la población civil.

 “El desafío es que esto no se quede en el papel. Tiene que traducirse en beneficios reales para la gente que vive en la frontera. Muchos memorandos terminan sin aplicación”, explicó Ávila.

Criticó también la polarización del debate. “Esto no puede reducirse a una pelea ideológica. Lo que se necesita son soluciones prácticas para las comunidades que viven del comercio transfronterizo, que enfrentan violencia y precariedad”.

Sin concertación

A las críticas se sumó el excanciller Julio Londoño Paredes, quien cuestionó la falta de concertación con las autoridades locales de La Guajira, Cesar y Norte de Santander.

“Así sea un memorando, tuvo que haberse discutido con las regiones fronterizas. El país no puede enterarse de esto por una perorata de Maduro”, dijo a La Opinión.

Según Londoño, el documento firmado abre la puerta a decisiones que aún no están claras. “Puede tener efectos significativos, especialmente en Norte de Santander, donde la situación es compleja y especial”.

También recordó que este tipo de propuestas no son nuevas, pues, “se intentó en tiempos de Carlos Lleras Restrepo, luego con Virgilio Barco y Carlos Andrés Pérez, pero en esos años había claridad institucional y no lugar a equívocos”.

El excanciller cuestionó también el momento político del anuncio y preguntó: ¿Por qué Maduro no lo hizo en doce años? ¿Por qué Petro no lo propuso antes?

A juicio de Londoño, consolidar una zona binacional requiere voluntad institucional, claridad jurídica y participación real de las comunidades fronterizas.

Los expertos consultados indicaron que no basta con firmar acuerdos, sino que también se debe garantizar que respondan a las realidades del territorio y no a discursos improvisados.

El memorando Voluntad ciudadana para el desarrollo se encuentra aún sin implementación concreta. Ni el Gobierno colombiano ni el venezolano han presentado una hoja de ruta detallada, ni mecanismos de seguimiento.

Mientras tanto, la expectativa y el escepticismo crecen a ambos lados de la frontera. La historia reciente muestra que, sin estructura técnica ni institucionalidad, los sueños de integración pueden desvanecerse rápidamente.


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