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¡Son los controles! Estúpidos
Los candidatos presidenciales prometen erradicarla, pero no proponen ninguna acción efectiva
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Jueves, 10 de Febrero de 2022

“Me tiene loco todo el día, con esa cantaleta”.

Andrés Cabas Rosales.     

Tiene toda la razón Juan Manuel Ramírez Pérez; el tema de la corrupción en Colombia, más grave que la violencia, se nos convirtió solo en eso: una cantaleta. La maraña legal anticorrupción es desdentada, sus dos leyes conocidas son una burla a la honestidad.

Los candidatos presidenciales prometen erradicarla, pero no proponen ninguna acción efectiva. La corrupción se adoba con dos leyes y poca acción ejecutiva que, agregada a la levadura de   la elección de alcaldes y gobernadores, la multiplicó exponencialmente.

Para colmo del mal, el maltrecho acuerdo de paz, permitió hacer política, incumpliendo la entrega de armas e información en la lucha contra el narcotráfico, pese al premio de las curules.  Y la Justicia ahí… inerte.

También tiene toda la razón Elisa Montoya, cuando le encara a la geminiana comunidad cucuteña, que con una cara pelea todo el año y comparte memes contra los contratistas corruptos, pero los acompañan en las campañas electorales en un ejercicio descarado de complicidad. Sí, “cómplices”.

Unos cómplices que no nos indignamos, al menos, como los fanáticos del fútbol, que rechiflan y disparan objetos y madrazos a los implicados en la farsa de los noventa minutos, cuando en cambio la corrupción crece en todos los instantes, como la noche cuando el sol se oculta.  Y aquí crece la corrupción, en manos de los delegados del ejecutivo, que, aunque el alcalde sea honesto, sus subalternos lo burlan y que toleramos con el criterio absurdo, que quitarle el billete al politiquero, nos hace más vivos, como dijera Elisa. 

Todas estas cosas se vienen a nuestro caletre, cuando leemos, estudiamos y analizamos las Leyes 1474 de 2011 y 2195 de 2022, la primera para fortalecer los mecanismos de prevención, investigación y sanción de actos de corrupción y efectividad del control de la gestión pública, una ley para los colombianos del montón y la segunda para los privilegiados empresarios de Colombia con una antipática referencia: “Empresario advertido, no muere en guerra”.

La ley 1474 es larga en definición de situaciones, pero corta en acción. El artículo 76 le da unas misiones al Control Interno de gestión, que los alcaldes ni leen, pero lo limita solo a compulsar copias cuando advierte la ilegalidad, el fraude técnico y el financiero.

Y cuando compulsa las copias a los otros controles politizados, lentos e ineficientes, si avocan el conocimiento, aparecen las nefastas figuras de la caducidad y la prescripción para acrecentar la impunidad. Estas omisiones, les llevan a hacer pagos sin soportes, que son peculados al menos culposos.

Sí. Hay mucha ley inútil. Sobran leyes.

Adenda: ¿En qué irá el rediseño Institucional del Municipio de Cúcuta que se contrató con la Universidad de Pamplona?  

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